Intervención: Julieta de la Cal
Emprendedoras gastronómicas migrantes aportan al desarrollo local
A través del intercambio de sabores y culturas culinarias, personas migrantes impulsan sus negocios de comida en Bolivia. Sus emprendimientos, además de ser fuente de ingresos, promueven la integración social.
Por Rocío Corrales (Bolivia)

La gastronomía latina es sabrosa, diversa y legendaria. “Budare, Sazón Venenzolano” y “Bienmesabe” son dos de tantos emprendimientos liderados por mujeres migrantes que, a través de sus servicios, buscan integrar la identidad culinaria y la sostenibilidad económica en Bolivia. Son dos ejemplos concretos del intercambio cultural a través de la cocina para el desarrollo local.

Durante 2021, más de 90 personas refugiadas y migrantes emprendedoras han fortalecido sus negocios en las ciudades bolivianas de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba gracias al trabajo conjunto de la Fundación Scalabrini, Cáritas Suiza en Bolivia y ACNUR.

Estos emprendimientos traen un poquito de su Venezuela a través de sus sabores, olores e ingredientes y los comparten con comensales bolivianos. La gastronomía es un elemento fundamental para el desarrollo económico de las familias porque genera empleo, mueve diferentes sectores y es capaz de aportar al desarrollo de los países.

El sociólogo especialista en migración, Tomás Páez, coordinador de la Red Global de la Diáspora de Venezuela, menciona que la migración y la diáspora no son un problema, sino parte de la solución para alcanzar el desarrollo económico. A su vez, describe que estudios realizados en Colombia, Perú, Chile, Brasil, República Dominicana y Panamá han demostrado que toda diáspora contribuye el desarrollo y tiene un impacto positivo en el producto interno bruto (PIB), tanto en lo local como lo global.

“A muchos migrantes, al no tener historia crediticia en los países e incluso no estar regularizados, se les dificulta el acceso al financiamiento y la formalidad en sus emprendimientos. Frente a este problema, en toda la región estamos trabajando con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en un proyecto para impulsar de manera regional emprendimientos de migrantes venezolanos”, agrega Páez.

Por otra parte, la rápida integración de los migrantes permitirá a las economías de los países de acogida incrementar el PIB en hasta 4,5 puntos porcentuales para 2030, asegura el estudio más reciente sobre las repercusiones de la migración venezolana del Fondo Monetario Internacional (FMI). El estudio concluye que los migrantes venezolanos enfrentan un mayor desempleo, tienen más probabilidades de trabajar en el sector informal inicialmente, y ganan menos que los trabajadores locales. En promedio, los trabajadores nacionales ganan un 30% más que los migrantes.

Precisamente, en junio de 2023, Bolivia acogía a 15.854 refugiados y migrantes venezolanos. Los datos se desprenden de un informe de ACNUR.

Budare: un pedacito de Venezuela en Bolivia

En la cultura venezolana un budare es una plancha de acero bien caliente donde se preparan las arepas. “Es una paila que todas las casas venezolanas tienen, ahí se cocinan las arepas, con un sabor único. Quise darle ese nombre criollo a mi emprendimiento”, cuenta Nohemí Arriechi, mientras sostiene con una sola mano la plancha.

Nohemí es técnica superior en recursos humanos, nació en Venezuela, llegó por amor a Bolivia y se casó hace un año. Cuando migró decidió sacar los utensilios del bolsillo, recordar las recetas de su madre y emprender. Fundó “Budare, Sazón Venenzolano” hace siete meses, en la ciudad de Cochabamba, para tener presente un poquito de su casa a través de los sabores de su infancia.

Nohemí se sintió bien recibida en Bolivia pero el proceso de adaptación siempre es complicado. La cocina le ayudó a integrarse, hacer amigos, conectar con paisanos y espera que su primer negocio se convierta en una fuente de ingresos sostenibles.

En Bolivia, muchos ciudadanos venezolanos, con espíritu emprendedor, prefieren comenzar un negocio propio. Ven el emprendimiento como algo auto-sostenible, independiente y que les genera una red de apoyo. Nohemí admite que muchas personas migrantes se animan a emprender para sustentarse y poder ayudar a su familia en Venezuela.

Hace años Nohemí entró en depresión, mientras vivía en Venezuela, y la cocina le ayudó a superar ese proceso. Todos los domingos tomaba las recetas de las revistas, preparaba los platillos y su familia era su mejor jurado. La cocina se sentía como un apapacho al corazón. En diciembre del año pasado, empezó a hacer comida navideña para sus familiares y amigos. En ese momento, su amiga la animó a vender su comida y abrir su propio negocio.

El menú de “Budare, Sazón Venenzolano” contempla desayuno, almuerzo y cena. Cuenta con empanadas y arepas con rellenos diferentes. La preparación de la masa de las empanadas y las arepas se hace de harina de maíz venezolana, se rellena con los gustos y preferencias del comensal. Entre otras de sus especialidades está el pabellón, un plato con una porción generosa de carne mechada, arroz blanco, porotos, plátanos fritos, huevo y palta. Para Nohemí, la calidad de sus ingredientes es clave para mantener los sabores de sus platillos. Los precios oscilan entre los 10 a 25 bolivianos, es decir, de 2 a 4 dólares.

Budare tiene un horario de martes a viernes de 7:30 a 21:00, los sábados a partir de las 18:00 hasta las 21:00 y los domingos de las 9:00 hasta las 15:00. También ofrecen servicios de delivery y catering.

“Tus arepas me hicieron recordar a mi casa”, le dijo una vez una amiga agradeciendo su sazón. Cada bocado de las arepas y empanadas es un paseito por un pedacito de Venezuela.

Bienmesabe: emprender con los sabores

Cuando le preguntan, ¿qué es Bienmesabe? La Chef Thelma Rivera responde sin titubear: “Es un proyecto inspirado en la nostalgia de casa. Nos especializamos en recrear las auténticas arepas y cachapas venezolanas, con recetas propias de mi familia y la fusión de algunos ingredientes bolivianos, pero sin perder la esencia”.

Bienmesabe tiene un ambiente colorido y acogedor, está ubicado en Calle Grau 280 en Sucre, y nació ante esa necesidad de tener un pedacito de la casa natal. Entre sus paredes se pueden observar reconocimientos como el mejor restaurante de la ciudad de Sucre por tres años consecutivos en la app de Tripadvisor.

“Tenía ese deseo de recordar esa comida de mi casa, la sazón de mi mamá, y empecé a hacer pruebas y experimentos. Pedía recetas y preguntaba a mi abuela cómo se hacían las cosas”, cuenta Rivera, quien llegó a Bolivia en el 2010 y abrió su propio restaurante en 2015.

Hubo otra cosa que la motivó a impulsar su emprendimiento. Ella estaba segura de que no podía cambiar la situación política, económica y social de Venezuela pero sí mostrar la diversidad de su país y contribuir al intercambio cultural a través de la cocina. “Yo quería cambiar, desde mi tribuna, la percepción que tenía la gente sobre mi país. Venezuela es mucho más que la situación política”, asegura Thelma.

Su emprendimiento comenzó como un lugar muy pequeño con una plancha de dos hornillas y dos mesas, donde los viernes se servían arepas. Thelma aprendió en el camino a manejar un negocio. Al inicio, ella tuvo que dividir su tiempo con sus estudios, la familia y su trabajo. Posteriormente, el restaurante fue creciendo: pasó de tener un solo empleado a ocho trabajadores, tanto personas bolivianas como venezolanas.

“Hay cuestiones administrativas que más que ayudar al emprendedor lo sabotean”, asegura Thelma. El reto más difícil para ella fue convencer al ciudadano boliviano a que se animara a probar cosas nuevas y diferentes. “A medida que la gente ha ido conociéndonos se ha dado cuenta que contamos con productos de calidad”, comenta la chef.

“Emprender no es fácil. Al principio, no tienes aguinaldo, ni utilidades, ni sueldo. Pero una vez que superas esos obstáculos, tu negocio crece”, dice con optimismo. Thelma reconoce la falta de apoyo a los emprendedores migrantes, que la mayoría de las veces están expuestos a múltiples formas de vulnerabilidad social y económica.

Bienmesabe cuenta con arepas con más de 15 rellenos diferentes Se destaca por contar con productos veganos y el uso de envases reciclables. Cuenta con un menú amplio y recibe entre 30 y 50 comensales diarios.

En la cocina, a Thelma le encanta mezclar diferentes ingredientes y crear sabores nuevos que combinan la identidad gastronómica entre Venezuela y Bolivia. “Yo soy más venezolana que la arepa, pero también tengo raíces bolivianas. Un plato que representa lo boliviano y la costa venezolana es La Fosforera, una mezcla exquisita entre fricasé y sopa de pulpo”, reflexiona.