¡Hola! La semana pasada, el autor y profesor italiano Ernesto Sirolli visitó Buenos Aires para participar como uno de los oradores principales de la XXI Jornada Anual del Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE). Allí, por primera vez en Argentina, presentó su enfoque sobre el desarrollo económico local. En una entrevista exclusiva con Otra Economía destacó el papel central de la comunidad en el desarrollo económico local.
Ernesto Sirolli: «Cállate y escucha para encontrar la belleza en las comunidades»
La clave de la metodología de desarrollo local de Ernesto Sirolli es la escucha. En 1985, se creó el Instituto Sirolli, una empresa social que enseña a los gobiernos y líderes comunitarios a captar la pasión de sus comunidades. La iniciativa «Facilitación de Emprendimientos» fue desarrollada por Sirolli como una aplicación de tecnología social para formar a cualquier persona dispuesta a incorporar herramientas para el desarrollo económico sostenible. Un actor importante de la metodología son los facilitadores. Ellos son profesionales locales formados para ofrecer apoyo gratuito a los emprendedores dentro de una comunidad.
El autor de la charla TED “¿Quiere ayudar a alguien? ¡Cállese y escuche!” que cuenta con más de 4 millones de reproducciones vivió durante 11 años en distintos países africanos, 20 años en Australia y 25 años en Estados Unidos. Hoy vive en California. Trabajó con más de 400 comunidades en 27 países. “Muchas de estas comunidades la están luchando constantemente, ya que se encuentran en situación de pobreza. Pero siempre nos abren los brazos”, expresa Sirolli.
El experto italiano recibió el título “Laurea di Dottore” en Ciencias Políticas en la Universidad de Roma y un doctorado en Facilitación de Empresas Locales de la Universidad de Murdoch, Australia en 2004.
¿Cuáles son los aspectos más importantes de tu metodología?
Para lograr el desarrollo económico local es importante escuchar a las personas en un espacio de confianza. Cuando encontramos lo que los apasiona los ayudamos a formar un equipo. Mi propuesta es: «cállate y escucha para encontrar la belleza».
Este trabajo lo hacemos a través de los facilitadores, que son personas que viven en la comunidad, que hablan la lengua y que entienden la cultura. Llegamos a la comunidad porque nos convoca una autoridad local y lo primero que hacemos es buscar a esos facilitadores. Cuando los detectamos, buscamos voluntarios para que le cuenten a la gente que podemos acompañar a aquellos emprendedores que tienen ideas de negocios. Luego, el facilitador se pone en contacto con las personas que se acercan. El facilitador escucha a las personas y les presenta un dibujo de una cara sonriente con tres palabras: Producto, Marketing y Finanzas. Y ahí, pregunta: “¿Cuál es tu pasión?”
Una mujer en Uganda se dedicaba sola a la venta de pollos. Vendía unos 200 pollos al mes para sobrevivir. Descubrimos que ella tenía que enfocarse en la parte de marketing y pedir ayuda para las otras áreas. Su hijo, que había terminado el colegio comenzó a ir al mercado a vender los pollos y pudo venderlos todos en un día. Meses después, la familia logró vender 3000 pollos al mes. En esa instancia, se sumó la hija para ocuparse de la contabilidad. Es así, que explicamos a los emprendedores que se tienen que concentrar en una cosa, en lo que más les gusta y rodearse de gente con la que puedan conformar equipo.
¿Qué particularidades tiene la metodología en África y América Latina?
En África y en América Latina, la idea de las empresas sociales parece ser una especie de construcción intelectual. Digo esto porque las personas con las que me conecto en estas regiones, trabajan como locos para alimentar a su familia. Esa es su prioridad.
Ahora estoy trabajando con comunidades en África, que parten de no haber visto nunca a un emprendedor exitoso. Así que nuestra tarea es aportar algunas habilidades para mostrarles que esos emprendedores pueden surgir dentro de la comunidad. Cuando llegás a una comunidad y buscás pasión e ideas talentosas, las encontrás.
Cuando ayudamos a una persona de la comunidad a que su emprendimiento alcance el éxito, se corre la voz. Nuestra ayuda nunca es dinero. Enseñamos a la gente a conseguirlo por sus propios medios.
¿Cuál es la mayor lección que has aprendido en tu carrera?
Una importante lección es que sólo se brilla en la vida cuando uno hace lo que ama. Dejar de hacer lo que uno ama por dinero es una tragedia. Los jóvenes no deben perseguir el dinero. Deben perseguir su vocación. Ahí es cuando se brilla, uno se vuelve atractivo y la gente busca trabajar con uno.
¿Cuál es el emprendedor social que más te ha impactado?
Hace mucho tiempo visité la empresa social británica del chef Jamie Oliver. El restaurante Fifteen (nota de la autora: el proyecto cerró en 2019) tenía como objetivo capacitar a adolescentes que atravesaban una situación social compleja, muchos de ellos en situación de calle para que pudieran conformar un equipo de chefs. Lo interesante era que el chef les enseñó a cocinar y se volvieron profesionales.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Hace 25 años, estoy basado en California, pero actualmente estamos renovando un edificio muy antiguo de mis antepasados en Italia. La idea es transformarlo en una escuela de verano. Queremos hacer cursos de verano allí.
¿Cuál consideras que es la responsabilidad de los emprendedores en la reducción de las desigualdades?
La palabra intraprendente, en italiano, o emprendedor significa el primero entre otros en conseguirlo. Esto nada tiene que ver con ganar dinero. Entonces, ¿cuál es el papel del emprendedor? Literalmente, son las personas que ven oportunidades donde los demás no ven nada. Y ser emprendedor no es algo que nos puedan enseñar porque es una cualidad del alma. Nuestro papel es acompañar a esas personas del mundo que están viendo oportunidades y trabajamos con ellos para que puedan comercializar sus proyectos. Jamás se debe subestimar lo que puede salir de las comunidades más vulnerables. En 40 años, sólo encuentro belleza en esas comunidades.
Akamasoa Argentina el proyecto que busca erradicar la pobreza
Otra experiencia interesante que se pudo conocer en la XXI Jornada Anual del Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE), el evento que reunió a unas 300 personas entre los que se incluyen, líderes de fundaciones y empresas, representantes de organizaciones de la sociedad civil, dirigentes políticos, periodistas y miembros de la academia, fue la de Akamasoa. Este caso permitió la reflexión sobre la importancia de fortalecer comunidades desde una perspectiva local.
Gastón Vigo Gasparoti, discípulo del Padre Pedro Opeka, reconocido por su labor en la erradicación de la pobreza en Madagascar y fundador de Akamasoa Argentina contó cómo es el trabajo que llevan adelante en Lima, Zárate. El proyecto se desarrolla sobre seis hectáreas de campo abierto que busca crear una urbanización nueva.
Allí, trabajan con unas 300 personas. La organización cuenta con las primeras viviendas, un jardín de infantes, un secundario para adultos, huertas hidropónicas, una sala médica y una escuela de oficios.
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Acciones que promueven una alimentación sostenible para las generaciones futuras
Para contribuir con un paradigma distinto, el Premio Sistemas Alimentarios Sostenibles (SAS) surge con la intención de destacar proyectos que promueven sistemas alimentarios sostenibles y que mejoran la seguridad alimentaria. En esta nota de Julieta Pilatti, se cuentan las soluciones que implementan dos organizaciones que fueron elegidas en el certamen. Lee la nota acá.
Softys recibió la certificación en Basura Cero Global por su planta en San Luis
Softys Argentina, la compañía dedicada a la producción y comercialización de productos de papel tissue y de cuidado personal anunció la certificación del sistema de gestión Basura Cero, en la categoría Oro, de su Planta ubicada en la localidad de Naschel, en la provincia de San Luis, donde se fabrican productos de cuidado personal. Para lograr la certificación, desde 2020 la planta viene trabajando en la disminución de residuos industriales -scrap- a enterramiento, en lo que se lograron tasas de aprovechamiento por encima del 90%.
La Planta Naschel, ubicada en la localidad homónima en la provincia de San Luis, tiene un volumen de producción de más de 1400 millones de productos al año, y emplea a alrededor de 350 personas. Gracias a la gestión de residuos que viene llevando adelante la compañía, durante el 2022 la planta logró una tasa de aprovechamiento del 90,8% y una tasa de reutilización del 93,3%. También se compostaron 2.166 kilogramos de residuos y se reciclaron más de 2 millones de kilogramos de residuos durante todo el año pasado.
“Logramos esta certificación mediante la implementación de estrategias y acciones para reducir la generación de residuos y promover su reutilización y reciclaje. Por supuesto tuvimos que plantearnos metas y objetivos para reducir la cantidad de residuos enviados a enterramiento. Para ello, se desarrollaron nuevas alianzas con proveedores que nos ayudaron con el reciclaje del scrap generado en nuestro proceso productivo. Asimismo, se comenzaron a compostar nuestros residuos orgánicos de origen vegetal y también aprovechamos los residuos de jardinería. La compañía lleva a cabo una estrategia de sostenibilidad y desarrollo de una nueva política de Basura Cero con la meta de no enviar residuos a relleno sanitario para el 2025. Es importante destacar que esta certificación Basura Cero Global no solo se enfoca en la reducción de residuos, sino también en la gestión adecuada de los mismos. Esto implica implementar sistemas de separación y clasificación de residuos, así como promover la educación y concientización sobre la importancia de reducir, reutilizar y reciclar. Por este motivo, se invirtió en nuevas estaciones de residuos adecuadas a la clasificación de los mismos, y también se adaptaron los sectores de almacenamiento de los mismos”, explica Silvana Vanesa Quiroga, jefe de Seguridad Higiene y Medio Ambiente de Softys Argentina.
Hasta aquí llegamos hoy. Los leo en [email protected]
Hasta el martes,
Flor.