¡Hola! El viernes la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) realizaron la jornada de celebración del Día Internacional Concienciación sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos (PDA). Allí, destacaron un problema: en Argentina, se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos por año, lo que equivale al 12,5% de los alimentos producidos anualmente. Pero también, se presentaron soluciones. Vamos a verlas.
Soluciones para enfrentar el desperdicio de alimentos
Un eslabón clave en la gestión de reducción del desperdicio de alimentos es el comercio minorista, como supermercados y comercios. Fruto de la articulación público-privada y con colaboración de reconocidas cadenas de supermercados, se logró realizar un Tablero Operativo de Mermas y Sostenibilidad de Alimentos y Bebidas, una herramienta innovadora que permite medir y reportar datos de pérdidas y desperdicios de alimentos y bebidas.
El desarrollo del Tablero fue coordinado por GS1 argentina. El valor de la herramienta es que estima el desecho a partir de la información vertida por las empresas participantes, y los valores pueden expresarse en toneladas, en porcentaje de desperdicio o bien en el valor de la moneda local. La información generada es indispensable para diseñar e implementar políticas -públicas y/o privadas- que se constituyan en soluciones institucionales, organizacionales, tecnológicas, financieras, etc., para la efectiva prevención y reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos.
“Para crear el Tablero, nosotros recibimos de las cadenas de supermercados un informe con registros de merma. Luego, las empresas reciben un tablero con datos que les permite medirse y tomar decisiones con mejor información para evitar el desperdicio”, dice Roxana Saravia, que está al frente de las Soluciones de Trazabilidad de GS1 Argentina.
Otra organización que trabaja para evitar el desperdicio de alimentos es la Cooperativa Obrera, que nació en 1920 en Bahía Blanca, Buenos Aires. La cooperativa fue creada por un grupo de obreros ferroviarios para resolver la canasta familiar, sobre todo el acceso al pan. En la década de 1960, la cooperativa se expandió y los almacenes se transformaron en supermercados. Hoy la organización tiene 146 locales en 72 ciudades de siete provincias del interior de Argentina y genera 1.500 puestos de trabajo.
Néstor Pablo Barbieri, subgerente general de Cooperativa Obrera contó sobre la experiencia del Programa Alimentos Solidarios, que nació a fines de 2019. “En Bahía Blanca teníamos mucho vínculo con las organizaciones sociales y desarrollamos una iniciativa para hacerles llegar los productos que no eran aptos para comercializar, pero si se podían consumir. Se armó un grupo de 30 voluntarios, que ordenan, centralizan y clasifican esos productos para que lleguen a las instituciones, según las necesidades. En el último año se donaron más de 570.000 productos”, explica Barbieri.
Una tercera solución es Kigüi, una app que busca reducir el desperdicio de alimentos en América Latina. Los fundadores Mauricio Kremer, Maximiliano Dicranian y Gonzalo Castro Peña observaron que toneladas de alimentos se tiraban por superar sus vencimientos en los puntos de venta. Frente a este diagnóstico, surgió la idea de utilizar la tecnología para crear una app en la que los consumidores pagan menos por productos con fechas de vencimiento cercanas.
La app pone a los consumidores en el centro de la escena. Las marcas «recompensan», a través de Kigüi, a aquellos usuarios que eligen los productos con vencimientos más cercanos. El modelo elegido es una plataforma que conecta a las personas directamente con los productos que están por vencer.
“Uno de nuestros grandes diferenciales es que conectamos al consumidor con los productos críticos que están cerca de vencer en las góndolas. Hoy en la app hay 100.000 usuarios registrados. Además de estar en Argentina, hace ocho meses abrimos operaciones en México”, cuenta Dicranian.
La Red de Bancos de Alimentos
A nivel nacional, la Red Argentina de Bancos de Alimentos ha implementado un modelo eficiente de rescate y entrega de alimentos a organizaciones sociales en todo el país, contribuyendo de manera sostenible a la reducción del desperdicio de alimentos, disminuyendo la inseguridad alimentaria. A lo largo de los años, la Red ha logrado unir a 20 Bancos de Alimentos distribuidos en 15 provincias de Argentina, y como miembro de The Global Foodbanking Network se conecta con una red global presente en 50 países, lo que amplía aún más su alcance y capacidad para abordar el desperdicio de alimentos a nivel mundial.
El modelo de los Bancos de Alimentos se circunscribe al paradigma de la economía circular, reduciendo el impacto climático que conlleva la pérdida y el desperdicio de alimentos en las industrias y en el sector agropecuario, aportando el valor social de entregarlos a organizaciones que brindan un servicio alimentario a su comunidad. La Red Argentina trabaja desde hace 19 años rescatando alimentos aptos para el consumo humano en cada etapa de su cadena productiva, evitando las pérdidas –durante su instancia productiva, de almacenamiento o procesamiento-, y el desperdicio –en sus etapas de distribución y de consumo.
La Red Argentina de Bancos de Alimentos actualmente trabaja con más de 4.000 organizaciones sociales que reciben a más de 900.000 personas, de las cuales el 67% por ciento son niños, niñas y adolescentes menores de 17 años.
Las cifras globales del desperdicio de alimentos
Según un informe de WWF -titulado Enviado a la basura– a nivel mundial se pierden alrededor de 2.250 millones de toneladas de alimentos al año, teniendo en cuenta el desperdicio en los establecimientos agropecuarios, en los comercios minoristas, en los servicios de alimentación, en los hogares de los consumidores, y las pérdidas que ocurren en las etapas de transporte, almacenamiento, fabricación y procesamiento. Estas estimaciones indican que, de todos los alimentos cultivados y producidos, aproximadamente el 40% no se consume y termina en la basura.
Enviado a la basura es la primera cuantificación del desperdicio total de alimentos en los establecimientos agropecuarios desde el 2011. Al combinar datos actualizados sobre la pérdida en las cadenas de suministro y el desperdicio en los comercios minoristas y el consumo, se obtuvo una imagen más clara de la escala de la pérdida y el desperdicio de alimentos desde los campos hasta la mesa de los consumidores. Y al hablar de desperdicio, no solo hay que pensar en los alimentos. Junto a ellos, también se “desecha” una gran cantidad de recursos naturales que se utilizaron para producirlos, como, agua, tierra y energía: se estima que se utilizan aproximadamente 4.4 millones de km² de tierras agrícolas y 760 km³ de agua para producir el alimento que luego se desperdicia.
A nivel global, el sistema alimentario es responsable del 80% de la pérdida de biodiversidad, el 80% de la deforestación y el 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), por lo que la enorme cantidad de desperdicio tiene un impacto significativo en el cambio climático, contribuye e intensifica la degradación ambiental y perpetúa la inseguridad alimentaria.
Según la FAO, la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos es considerada una buena manera de reducir los costos de producción y aumentar la eficiencia del sistema alimentario, mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición y contribuir a la sostenibilidad del medio ambiente. Esto también ayudará a cumplir varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Buenos Aires es una de las 30 ciudades que formarán parte del Barómetro de Ciudades Circulares
Holcim y Bloomberg Media lanzaron la 2° edición del Barómetro de Ciudades Circulares, que muestra las principales ciudades del mundo que lideran la transición de una economía lineal a una circular. Londres encabeza la lista impulsada por el liderazgo de la ciudad en edificios e inversiones circulares, seguida de Seattle, Copenhague, París y Zúrich. El Barómetro de Ciudades Circulares sumó en esta edición y de acá en adelante a cinco nuevas ciudades, entre ellas Viena, Bruselas, Buenos Aires, Washington, D.C. y Madrid, con lo que el total asciende a treinta.
Los indicadores clave de las ciudades circulares incluyen edificios sostenibles con certificaciones avanzadas desde LEED a BREEAM, un amplio uso de energías renovables, personas conectadas con muchas opciones de movilidad sostenible, centros de reciclaje para que los materiales permanezcan en uso en circuitos cerrados y acceso a la naturaleza con un alto nivel de cobertura arbórea dentro de las ciudades. La planificación urbana y las inversiones que proporcionan un entorno normativo propicio son palancas clave en todas las ciudades circulares más avanzadas.
De la clasificación de este año se desprenden varios temas clave. Por ejemplo, ciudades del Sur del mundo como Bogotá, Buenos Aires y Quezon City se están sumando a varias de las principales organizaciones para formar parte del debate internacional. Cuando se trata de escala, ciudades más pequeñas como Copenhague tienen una ventaja creciente sobre ciudades más grandes como Wuhan. Por último, cuando se dispone de incentivos financieros de entidades como el Banco Mundial, es más probable que las ciudades se adhieran a iniciativas y asociaciones circulares.
El Hub de Ciudades Circulares, una plataforma dinámica que muestra ciudades, ideas y proyectos que aceleran el cambio hacia una vida y una construcción circulares, está disponible aquí.
Emprendedores demuestran que los plásticos pueden ser sustituidos con empaques ecológicos y reciclables
En la actualidad, diversas instituciones y empresas investigan nuevos materiales para sustituir los plásticos de un solo uso. Un caso australiano y otro argentino muestran como innovaron con sus packagings. Lee la nota de Julieta Pilatti acá.
Hasta aquí llegamos hoy. Los leo en [email protected]
Hasta el martes,
Flor.