En los últimos tiempos, cada vez más personas han tomado conciencia sobre la problemática del plástico y optan por un estilo de vida más sustentable. En ese sentido, muchos consumidores se plantean de dónde proviene lo que consumen, qué impacto genera en el planeta y qué otras alternativas podrían implementar.
De hecho, el plástico es una amenaza para los ecosistemas. La producción y uso de estos contribuye al cambio climático. El material suele flotar en cursos de agua para luego transformarse en microplásticos que la fauna confunde con su alimento; contamina los océanos y de esa forma se infiltra en la cadena alimentaria de los seres humanos.
Cada año se producen en el mundo más de 430 millones de toneladas de plástico, según la ONU, que advierte que la contaminación plástica podría reducirse en un «80% de acá a 2040» si los países y las empresas implementaran «profundos cambios de política y mercado utilizando tecnologías existentes».
Tal como señala el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, anualmente se vierten al océano 11 millones de toneladas de plásticos de un solo uso. Estas cifras requieren un cambio radical en la gestión de los desechos plásticos. Por esa razón, diversos proyectos surgen como respuesta a la creciente problemática global de los plásticos de un solo uso.
En la actualidad, diversas instituciones y empresas investigan nuevos materiales para sustituir los plásticos de un solo uso. Un caso australiano y argentino muestran como innovaron con sus packagings.
Dos casos de emprendedores que reemplazan el packaging de un solo uso
Una startup australiana especializada en materiales sostenibles creó una alternativa bioplástica compostable al tradicional film de plástico transparente. Para su elaboración se usa almidón extraído de cáscaras de papas, sumado a otros componentes como aceite de cocina usado y mandioca.
“Se extrae almidón de los desechos y se convierte en un producto termoplástico de base biológica. Luego, se combina este almidón termoplástico (TPS) con aceite de cocina usado, mandioca y aditivos de biopolímeros para alterar la estructura del polímero y convertirlo en un film elástico y estirable”, afirma Julia Kay, cofundadora y codirectora ejecutiva de Great Wrap.
Cabe destacar que el material es presentado en dispensadores de plástico reciclado y sus colores llamativos captan la atención de las personas. Además, según comenta Kay, el producto ofrece cualidades de textura y rendimiento similares a las del film de plástico derivado del petróleo.
“Buscamos en el mercado y en la literatura de materiales compostables con propiedades mecánicas similares a las de las películas actuales de plástico derivado del petróleo. Analizamos las fórmulas de bioplásticos disponibles y sus procesos para que sus propiedades finales sean comparables a las de los productos existentes”, expresa Kay.
¿Y qué sucede cuando el film cumple su vida útil? Puede ser compostado en vertederos o sistemas de compostaje domésticos, con pruebas que garantizan su descomposición en 180 días. “Great Wrap se descompone de la misma manera que los restos de comida, convirtiéndose en alimento y energía para los microbios del compost. Se integra perfectamente con los residuos orgánicos para crear compost rico en nutrientes, listo para ser reutilizado”, dice Kay.
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Ayelén Malgraf es bióloga y desarrolló Fungipor, una empresa oriunda de la provincia de Salta, en Argentina, que fabrica desde hace más de cinco años empaques, embalajes y productos de diseño con un biomaterial elaborado con base de micelio de hongos y residuos agroindustriales. Una de sus mayores motivaciones es brindar soluciones basadas en la naturaleza de los hongos, con la finalidad de contribuir a la problemática de contaminación por plásticos.
“Trabajamos bajo los principios de la economía circular”, sostiene Ayelén Malgraf, directora general de Fungipor. «Elegimos la industria del packaging porque es la más contaminante y es la que muestra una tendencia de crecimiento a nivel mundial. Además, no hay opciones más que el cartón para buscar un reemplazo a esos plásticos de un solo uso”, agrega.
En ese marco, Malgraf asegura que las grandes compañías están invirtiendo en innovar y ponerse al día con las exigencias del consumidor dado que ya no buscan plásticos sino este tipo de materiales que no tienen impactos negativos en el ambiente.
«Siempre tuve espíritu emprendedor, desde chica. Estudiar biología fue un medio porque nunca pensé en seguir una carrera más científica, sino que apuntaba a tener un emprendimiento con base biológica y con las herramientas que me dio la universidad”, concluye.