Maternidad y trabajo: el desafío pendiente de la igualdad
Más que una fecha para celebrar, el Día de la Madre invita a repensar las condiciones laborales, los estereotipos y las políticas que aún limitan el desarrollo profesional de las mujeres.
Ayelén Rivero |
octubre 17, 2025

Mas allá de los regalos y homenajes, este día de las madres invita a pensar las prácticas laborales, derribar estereotipos y construir entornos donde la maternidad no limite el desarrollo profesional. Porque reconocer la importancia del cuidado no debería significar renunciar a oportunidades; sino contribuir y acompañar para lograr el bienestar de todas las personas. En definitiva, celebrar este día también invita a pensar colectivamente sobre los cambios necesarios en la sociedad y en las organizaciones. Reconocer la maternidad como un valor y no como un límite, permite construir espacios más inclusivos, equitativos y sostenibles, donde todas las personas puedan desarrollarse plenamente. No perdamos la oportunidad de que este día involucre festividad, pero también reflexión para promover la transformación.

Según UNICEF, la participación laboral entre mujeres sin hijos y aquellas con tres hijos presenta una diferencia de 30 puntos. Una de las causas de este resultado está vinculada a los estereotipos de género que asignan a las mujeres la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidado. Por ejemplo, en Argentina el 90% de las mujeres realizan estas tareas frente al 75% de los hombres. Si se considera el tiempo empleado en ellas, las mujeres dedican en promedio 6 horas y media, mientras que los varones, solo 3 horas y media (ENUT 2021). De esta manera, vemos cómo la inequidad en la distribución del tiempo de trabajo no remunerado impacta en el ingreso y permanencia de mujeres en el ámbito laboral; generando además desigualdades económicas y reforzando esos estereotipos que continúan reproduciéndose en la sociedad. “Los hombres no son tan buenos cuidando como las mujeres”, “Si una mujer trabaja mucho, descuida a su familia”, “Ella tiene un marido que la ayuda con los hijos y las tareas de la casa”; son frases que aparecen en muchas cotidianidades y siguen reforzando los mandatos que condicionan el desarrollo profesional de las mujeres, además de normalizar situaciones que las perjudican.

Además, los efectos de estas desigualdades no se limitan al ámbito económico. La sobrecarga de tareas domésticas y de cuidado tienen un impacto en la salud mental y física de las mujeres, aumentando niveles de estrés que repercuten directamente en las posibilidades de desarrollo profesional y personal. A raíz de esto, muchas mujeres optan por trabajos de menor responsabilidad o con contratos a tiempo parcial, para poder equilibrar la vida laboral y familiar, pero que a largo plazo limita el progreso y perpetúa la brecha salarial y de oportunidades.

Desde Grow – género y trabajo este año, se lanzó la campaña Saltos hacia el bienestar laboral, que propone reflexionar sobre cómo las organizaciones pueden abordar distintas dimensiones que hacen al bienestar: entre ellas la personal. Para evitar que la maternidad se convierta en un obstáculo profesional es clave trabajar sobre la inclusión de políticas de flexibilidad, corresponsabilidad en el hogar y apoyos concretos para equilibrar cuidado y trabajo.

* Ayelén Rivero es tallerista especialista en género