Romina Palma, quien nació en Comodoro Rivadavia, Chubut (capital del viento), se define como una especialista en diseño de la economía circular con foco en prácticas locales y culturas regenerativas. Su experiencia la pone en práctica dentro de Cazaparaguas, una propuesta que transforma la tela de paraguas descartados en nuevos productos.
Palma se formó en diversas disciplinas como las artes del fuego, la escultura, la comunicación social, la pedagogía y la educación social. Sin embargo, reconoce que sus mayores aprendizajes fueron autoguiados, especialmente aquellos vinculados a las artes manuales y artesanales, saberes transmitidos por las mujeres de su familia. Sobre su recorrido personal y profesional, reflexiona: “Tejo desde los tres años. Mis dos abuelas eran costureras y modistas: confeccionaban desde cero una prenda. Vengo de un linaje de tejedoras, de un gran hacer-escuela de hacedoras. Ellas me enseñaron y yo sigo queriendo aprender. Lo que construí es teoría desde la experiencia: de mis abuelas, mi mamá y las hacedoras de todo el territorio argentino. Ellas recuperan saberes locales y los transforman en propuestas de economía circular y culturas regenerativas”.
En su recorrido, Palma desarrolló una marca de textiles infantiles llamada Fauna Brava y trabajó como coordinadora de la Feria de Consumo Responsable en CABA. En ese espacio, junto a otras colegas crearon el Club social de costura, un espacio dedicado a la educación ambiental comunitaria a través del oficio textil artesanal y su impacto cultural.
Un día en el Club social de Costura, Dafna Nudelman, comunicadora ambiental conocida en redes como La loca del taper, acercó la propuesta de confeccionar algo nuevo a partir de la tela descartada de los paraguas rotos que la gente deshecha, especialmente con el objetivo de indagar qué se podía crear con esos insumos para darle una nueva vida regenerativa al material. Mucha gente comenzó a recolectar paraguas para acercarle al equipo del Club y fue así como las hacedoras se toparon con el desafío de darle una nueva vida a estos textiles.

Con el crecimiento de Cazaparaguas, Palma logró armar un sistema de reciclaje de paraguas, ordenando las partes de una manera específica para que tenga el menor descarte posible. Asimismo, afirma que el ecosistema y el diseño situado fueron los pilares que le marcaron el camino sobre qué y cómo diseñar las prendas. Al ser oriunda de la Patagonia, se orientó a confeccionar prendas de abrigo. El primer producto que realizó fue una capa de lluvia, versátil para utilizar en la ciudad pero que también sirviera como poncho. Llevan confeccionadas más de 300 prendas como camperas, buzos, capuchas, ponchos monoprendas y también vestuario especialmente confeccionado para bandas de música, como también diseños para desfiles con un estilo más fashionista y también innovan realizando otros desarrollos específicos, según la demanda. En línea con su pensamiento y su manera de ejercer el diseño, Palma advierte: “La industria textil es una industria tan engañosa, que borra todo su origen. Yo quería también comunicar desde ahí, confeccionar una prenda que te dice de dónde viene, que te cuenta su historia. El arte es así, poético, tiene que ver con eso.”
Las telas con las que trabaja el equipo de Cazaparaguas se caracterizan por ser de polyester, tener diferentes tamaños, diferentes cantidades de hojas o gajos, diversidad absoluta de estampas, lo cual permite diseñar piezas únicas y artesanales, invitando a las hacedoras a jugar, crear y combinar. “Lograr reversionar la mirada sobre este tipo de material también fue un desafío ya que usualmente al pensar en moda sostenible, se suelen utilizar otros materiales nobles y vírgenes como lana, seda y algodón”, señala la fundadora de Cazaparaguas.
Algunas de las alianzas de impacto que generaron desde Cazaparaguas se dieron junto al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través de la recolección de los paraguas en los Puntos verdes móviles, como también de mano de la emprendedora a cargo del proyecto Segundas Oportunidades, el cual rescata y recircula saldos, remanentes y descartes de la industria textil. Actualmente articula con el área de Responsabilidad Social Empresaria de la Magistratura, lo que implica que toda la comunidad del Poder Judicial está juntando paraguas. También se vinculan con escuelas, centros de primera infancia y recientemente se potenció el vínculo con importadores, quienes rescatan los paraguas rotos que no pueden comercializar y los donan al proyecto.
Dentro de la economía circular, hay distintas estrategias para recircular materiales, pero básicamente apunta a no ir a la naturaleza a buscar nuevos materiales, si no utilizar los que ya están disponibles. El proceso de suprareciclaje implica no incorporar material virgen, trabajar con lo disponible y estimular la creatividad y la industria manufacturera, el dialogo entre artistas y diseñadores.
Cabe resaltar también que Palma, fue una de las mujeres que fundó la cámara de triple impacto de Argentina (CATIA), y en relación a las dificultes que muchas veces atraviesan debido el contexto global y local, recalca: “Cazaparaguas tiene que seguir existiendo, tenemos que seguir mostrando al mundo que acá hay proyectos que traen soluciones, que hacemos a pesar de todo, de la economía y de la política”.
