¡Hola! Hoy te voy a contar sobre cómo distintos países de América Latina están cambiando la forma en que producimos y usamos la energía. Puede sonar técnico, pero en realidad se trata de algo que nos afecta a todos: el costo de la luz, la estabilidad del sistema eléctrico y, claro, el futuro del planeta.
América Latina avanza en la carrera de la energía limpia: oportunidades y desafíos
América Latina se ha convertido en una referencia mundial en electricidad limpia. En 2024, el 65 % de la electricidad de la región provino de fuentes renovables, frente al 40,9 % del promedio global. Este avance no es casual: políticas públicas, inversiones privadas y abundancia de recursos naturales han hecho de la región un laboratorio de la transición energética.
Chile, por ejemplo, obtiene un tercio de su electricidad de fuentes solar y eólica. Sin embargo, enfrenta un problema que suele quedar oculto: cerca del 19 % del potencial renovable se desperdicia por restricciones del sistema eléctrico, lo que se conoce como “vertimientos”.
Entre 2022 y mayo de 2025, Chile perdió 11.900 GWh de energía limpia por estos vertimientos, un costo estimado en 562 millones de dólares. Cada punto porcentual de reducción de vertimientos significaría un ahorro de 15 millones de dólares y electricidad adicional para más de 120.000 hogares.
Organizaciones como Ember proponen tres medidas clave para revertir esta situación: instalar baterías con esquemas de ingresos multi-servicios, introducir transmisión inteligente que aumente hasta un 30 % la capacidad de la red, e incentivar la respuesta de la demanda para absorber excedentes.
Un ejemplo concreto: instalar 1 GW de baterías podría reducir los vertimientos en casi un 25 %, lo que se traduce en un ahorro anual de 68 millones de dólares y en mayor seguridad energética para Chile antes de que entren en funcionamiento grandes proyectos de transmisión en 2029.
Brasil vive un escenario distinto. En agosto de 2025 alcanzó un récord histórico: 34 % de su electricidad provino de eólica y solar, mientras que la hidroeléctrica cayó a su mínimo en cuatro años (48 %). Las fuentes fósiles se redujeron al 14 %, frente al 26 % en agosto de 2021.
Este cambio no es aislado: entre 2019 y 2024 la participación de eólica y solar en Brasil pasó del 14 % al 24 %, y la solar creció del 1,1 % al 9,6 %. El resultado es un sistema más resiliente a sequías y con 31 % menos emisiones del sector eléctrico desde 2014, pese al aumento de la demanda.
México, por su parte, tiene condiciones para ser una “superpotencia solar”: insolación de clase mundial y caída de los costos de baterías que hacen posible electricidad solar las 24 horas. Ember proyecta que para 2030 podría generar 45 % de su electricidad de fuentes limpias, con un 20 % solar.
En un escenario más ambicioso, México podría alcanzar 58 % de electricidad solar y eliminar importaciones de gas para generación. Según cálculos técnicos, hasta el 90 % de la demanda podría cubrirse con solar y baterías con solo 6 % de excedente.
Sin embargo, las barreras son importantes. Los proyectos solares en México son 38 % más caros que el promedio mundial y las baterías cuestan el doble. Además, el país necesita acelerar permisos, licitaciones y la construcción de infraestructura de transmisión para materializar ese potencial.
Esta combinación de retos y oportunidades se repite en toda América Latina. Chile lidera en participación solar, Brasil en volumen instalado y México en potencial. Argentina, Uruguay y Colombia también han incrementado su proporción de energía renovable, aunque con ritmos distintos y dependiendo de su matriz hidroeléctrica.
De acuerdo con los analistas de Ember, la energía solar es el motor global de la transición energética y, combinada con almacenamiento, puede cubrir la creciente demanda mundial. América Latina tiene la chance de liderar este proceso, generando beneficios económicos, empleos verdes y mayor independencia de los combustibles fósiles. La clave será invertir en baterías, redes inteligentes y políticas que conviertan el potencial en realidad.
Entrevista a Francisco Murray, director ejecutivo de Sistema B
¿Por qué eligieron realizar el Encuentro+B 2025 en Belém, en plena Amazonía?
Desde el inicio entendimos que la COP30 iba a ser un marco ideal para amplificar la voz del Movimiento B y por eso diseñamos el encuentro en Belém. No queríamos llegar ‘de visita’ una semana antes sino trabajar con el territorio: estuvimos dos meses previos en la zona escuchando a referentes locales, universidades y comunidades. La Amazonía es un símbolo de sustentabilidad y de interdependencia, y quisimos que el encuentro reflejara eso.
¿Cuáles fueron los mensajes centrales que llevaron al mundo desde este encuentro?
Hubo tres ejes: conectar con el territorio, movernos a la acción y enviar mensajes potentes a los líderes globales. Uno de esos mensajes fue la necesidad de ‘elevar la vara’: a partir del año que viene las empresas B tendrán que cumplir requisitos mínimos en siete áreas de impacto, no bastará con destacarse en un solo aspecto. El otro eje fue poner en el centro la ‘comunidad del cuidado’, en homenaje a Andrew Kassoy, cofundador de B Lab fallecido este año.
¿Cómo trabajaron para que el evento dejara un impacto local positivo?
Cuando diseñamos el encuentro contemplamos tres niveles de impacto: global, en los participantes y local. Para este último, nos reunimos desde hace más de un año con referentes de Belém para entender sus necesidades. Se incorporó a emprendedores locales en la agenda, se les dio visibilidad y espacio para comercializar sus productos, se reservó un rol activo a estudiantes de la Universidad Federal de Pará y se destinaron excedentes a iniciativas locales. Buscamos romper la lógica de llegar, usar y salir.
¿Qué desafíos ves para la región con la entrada en vigor de los nuevos estándares B y cómo se están preparando?
Va a ser un gran desafío pero no un imposible. El cambio es profundo: implica que las empresas revisen temas que quizás antes no miraban. Nuestra prioridad número uno es acompañar a la comunidad en esta transición para que nadie se quede atrás. En Latinoamérica el impacto más fuerte se verá recién en 2027, lo que nos da tiempo para capacitar y acompañar. Preferimos correr el riesgo de incomodar pero evolucionar antes que quedarnos obsoletos.
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Para tomar nota
Seis empresas B del mundo financiero se unieron para acercar herramientas de educación financiera para ayudar a tomar mejores decisiones con el dinero, entender el contexto y proyectar el futuro. Son encuentros abiertos, gratuitos y online durante todo octubre. Inscribite:http://bit.ly/428Pv3o
Hasta aquí llegamos hoy. Los leo en [email protected]
Hasta el martes,
Flor.