La violencia en los entornos laborales es una experiencia común para la mayoría de las personas LGBTINB+ en América Latina. Así lo revela el informe “Inclusión en alerta: Barreras al bienestar laboral de la población LGBTINB+ en América Latina”, elaborado por Grow – Género y Trabajo, que recopila las vivencias de más de 320 personas del colectivo en 15 países de la región. El estudio muestra que el 84% de las personas encuestadas reconoció haber atravesado situaciones de violencia laboral. Al presentar ejemplos concretos, ese número se elevó al 96%, alcanzando un 99% entre quienes se identifican como travestis, trans o no binaries.
El relevamiento ofrece una radiografía detallada sobre las distintas formas de violencia que enfrentan en sus trabajos: psicológica, económica, simbólica, física y sexual. Además, busca visibilizar las estrategias que despliegan ante estas situaciones y se enmarca en los principios del Convenio 190 de la OIT, que reconoce el derecho a ambientes laborales libres de violencia y discriminación.
Camila Barroso, analista de violencias del equipo de Grow, indicó que el 84% de las personas encuestadas respondió afirmativamente al haber vivido alguna forma de violencia laboral. Además, cuando se les presentaron 18 ejemplos concretos para identificar este tipo de situaciones, el porcentaje se elevó al 96%. En el caso del colectivo travesti, trans y no binario (TTNB), la cifra asciende al 99%. Los ejemplos permitieron visibilizar y comprender más claramente cómo se manifiesta la violencia en los espacios de trabajo.
El informe recoge las respuestas de 3243 personas, de las cuales 320 pertenecen al colectivo LGBTINB+ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales, no binarias y otras identidades y orientaciones que cuestionan las normas tradicionales). El relevamiento abarcó gran parte de América Latina, con participantes de Argentina, Chile, Ecuador, Panamá, Perú, México, Brasil, Bolivia, Colombia, Uruguay, Puerto Rico, Paraguay, Venezuela, Guatemala y Honduras, lo que permitió una mirada regional amplia y diversa.
En cuanto al perfil de las personas LGBTINB+ encuestadas, el 30% se identificó como no binarie (género fluido o género no conforme), seguido por mujeres bisexuales (27%) y varones gays (14%). La mayoría se encuentra entre los 26 y 45 años de edad. En términos laborales, cerca del 60% trabaja en el sector privado y en empleos formales.
Respecto a los tipos de violencia identificados, la más frecuente es la psicológica, seguida por la económica y la simbólica. Las violencias sexual y física también están presentes, alcanzando el 17,8% de los casos.
Lorene Belloni, especialista LGBTI+ y tallerista del área de formación de Grow, explica: “La violencia psicológica representa un porcentaje muy elevado en todas las poblaciones (tanto LGBTINB+ como personas heterosexuales), manifestándose cotidianamente en actitudes de aislamiento, descalificación, subestimación e ignorar opiniones diversas”.
En cuanto a la violencia económica, el 83% de las personas encuestadas afirmó haber atravesado al menos una situación de este tipo. En el colectivo TTNB el porcentaje asciende al 87%. Esto se relaciona con la alta precarización, el desempleo, las barreras para el acceso y la permanencia en el trabajo, la expulsión familiar y la pérdida de patrimonio.
La violencia simbólica, por su parte, se reportó en un rango de entre el 72% y 76% entre mujeres cis heterosexuales y personas LGBTINB+. Esta se manifiesta en burlas, reproducción de estereotipos, descalificaciones, entre otras formas naturalizadas que refuerzan un sistema patriarcal.
Frente a situaciones de violencia, muchas personas eligen hablar con compañeras/os o referentes, o acudir a áreas de Recursos Humanos como estrategias prioritarias.
Azul Picón, coordinadora del área de Prevención de la Violencia en Grow, explicó que los objetivos del informe fueron: determinar el alcance, la distribución y el impacto de la violencia laboral en la población LGBTINB+; identificar los tipos de violencia más frecuentes en sus experiencias laborales; y visibilizar las estrategias adoptadas por quienes atraviesan estas situaciones.
Picón también aclaró que este estudio se enmarca en el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), adoptado por Argentina en 2019 y ratificado por 50 países —11 de ellos de América Latina—. Esta normativa marca un cambio profundo en la forma de entender la violencia laboral. Entre otras cosas, reconoce el derecho humano a trabajar en ambientes libres de violencia y amplía la protección a personas trabajadoras autónomas, desempleadas, en búsqueda de empleo, pasantes y voluntarias.
Además, redefine la violencia y el acoso laboral como un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables —o amenazas de estas—, ya sean repetidas o aisladas, que causen o puedan causar daño físico, psicológico, sexual o económico. También incluye expresamente la violencia por razones de género.