¡Hola! El 17 de mayo fue el Día del Reciclaje y en el marco de la efeméride tuve la oportunidad de conversar con Ramiro Martínez, referente del movimiento cooperativo en Argentina y presidente de la Cooperativa Creando Conciencia, ubicada en Tigre, provincia de Buenos Aires.
Conversamos sobre los desafíos del reciclaje en la Argentina, el fortalecimiento de los recicladores como actor clave para una gestión sustentable y el futuro del sector. Vamos a la entrevista.
Ramiro Martínez: «Nos debemos hace décadas una política nacional de gestión de residuos»
En el actual contexto político y económico, ¿qué impacto ves en las políticas de reciclaje y gestión de residuos?
Desde el retorno de la democracia, ninguna gestión nacional tuvo una política fuerte en cuanto a la gestión de residuos. En más de 40 años, hubo 17 proyectos de ley de envases de distintas banderas políticas que nunca prosperaron. Siempre se pierden por modelos contrapuestos. No logramos construir una política pública federal. A nivel provincial, hay experiencias interesantes, como en Entre Ríos o Buenos Aires, donde se desarrolló una política de reciclaje con inclusión. En particular, la provincia de Buenos Aires lleva más de 12 años trabajando en la inclusión del sistema cooperativo como modelo de trazabilidad para grandes generadores. Pero a nivel nacional seguimos con una gran deuda.
¿Qué lugar tienen las organizaciones de recicladores?
El modelo productivo y de disposición de residuos necesita de actores como nosotros. No solo por la reducción del volumen de residuos en vertederos, sino también por el trabajo social y ambiental que hacemos. A nivel comunitario, hay más conciencia gracias a las nuevas generaciones, el sistema educativo y algunos sectores voluntaristas. Pero como país, seguimos sin dar el debate profundo sobre qué modelo de gestión queremos. Países vecinos como Uruguay o Chile ya tienen leyes de envases. Acá todavía lo estamos debatiendo.
¿Cómo se viene fortaleciendo el trabajo articulado entre cooperativas en el país?
Venimos evolucionando muy fuerte. A mi me toca presidir Conarcoop, que agrupa a 525 cooperativas en 17 provincias. Vamos desde Colonia Santa Rosa, cerca de Bolivia, hasta Caleta Olivia. Por densidad poblacional, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe son los núcleos más fuertes. Este año se cumplen diez años desde la creación de esa confederación, que empezó con siete federaciones y hoy tiene veinte. Seguimos expandiéndonos; estamos constituyendo una nueva en Salta. Este entramado no solo tiene representación política, también ofrece herramientas concretas: fondos rotatorios para inversión, compras colectivas, asistencia técnica.
Este mes, se llevó a cabo un evento en Ginebra con participación de recicladores de América Latina. ¿Qué relevancia tienen estas discusiones para la realidad local?
Hace dos años, la OIT reconoció por primera vez a los trabajadores y trabajadoras autogestionados como una entidad. Históricamente se pensaba en el trabajo solo desde la relación de dependencia. Esta declaración nos incorpora al debate global sobre el modelo de trabajo del siglo XXI. La pandemia aceleró cambios en el mundo laboral y nosotros también tuvimos que adaptarnos. Hoy, el modelo de trabajo está cambiando en todo el mundo y es fundamental que se reconozca y fortalezca el rol de las cooperativas en ese nuevo escenario.
La OIT calcula que el «déficit de empleo» -que mide el número de personas sin trabajo pero que desean trabajar- se situó en 402 millones de personas en 2024. El cooperativismo se transformó en la ambulancia que recibe a los heridos del sistema.
¿Cómo ves vos el futuro del trabajo en el sector cooperativo?
Dentro de nuestra confederación, hay una federación de cooperativas del sector tecnológico y de desarrollo de software. Es un grupo con un perfil muy joven, y lo interesante es que lo tecnológico atraviesa de forma transversal a todos los demás rubros. Este año estamos organizando un encuentro para pensar cómo este tipo de cooperativas pueden acompañar y potenciar al resto del entramado cooperativo.
También vemos que hay sectores que seguirán siendo esenciales: la economía del cuidado, la gestión de residuos, la producción de alimentos, el cuidado ambiental.
La cooperativa Creando Conciencia se dedica al reciclaje de residuos, con un enfoque en la reinserción laboral de personas en situación de vulnerabilidad social. Fundada a fines de 2006, Creando Conciencia nació como una respuesta a la creciente preocupación de la comunidad sobre la disposición final de los residuos y las precarias condiciones laborales de los trabajadores informales. Hoy cuenta con más de 70 socios. ¿Cuáles dirías que son los aprendizajes más valiosos que podrían transmitir a otras organizaciones?
Aprendimos más de las caídas que de los logros. Las equivocaciones nos llevaron a reflexiones profundas y nos ayudaron a consolidar un modelo que ya lleva casi 20 años. Un modelo que promueve la dignidad, la inclusión y la posibilidad de imaginar un futuro mejor para cada trabajador y trabajadora.
Uno de los desafíos actuales es que estamos empezando a trabajar, por primera vez, con residuos orgánicos como el café postconsumo, transformándolo en pellets con valor calórico. También estamos diseñando instancias formativas para quienes están iniciando en la gestión de residuos con una mirada cooperativa. Además, mantenemos relaciones con empresas internacionales que nos auditan bajo estándares de derechos humanos, y siempre superamos esas evaluaciones.
Jacqueline Infante, recuperadora urbana: “Hoy tenemos una organización que nos permite trabajar en condiciones más justas y con mejores oportunidades”
A través del programa “Recuperadores”, Danone, Aguas de Origen y CCU impulsan, junto a Fundación Avina, un modelo que busca fortalecer la economía circular con inclusión social, articulando esfuerzos con cooperativas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil. Desde su creación en 2011, el programa ha atravesado cuatro fases de evolución. La Fase IV, actualmente en curso, busca recolectar 100.000 toneladas de materiales reciclables en 39 ciudades del país. Esta etapa pone foco en nuevos materiales como el aluminio, polipropileno (PP) y el poliestireno (PS), y en avanzar hacia una certificación social que distinga el valor del trabajo cooperativo en la cadena de reciclaje.
Aunque muchos de los residuos tienen potencial de ser reciclados, en Argentina solo el 6% logra efectivamente reinsertarse en el circuito productivo. Esta baja tasa se debe a múltiples factores estructurales: la falta de regulaciones eficaces, la caída en el valor de los materiales reciclables, la escasa articulación entre sectores, la ausencia de infraestructura adecuada y la falta de incentivos para mejorar el diseño de los productos. Estas condiciones perpetúan prácticas como el vertido en basurales a cielo abierto, afectando la salud de las comunidades y contribuyendo al cambio climático a través de la emisión de gases de efecto invernadero.
“Con el impulso del programa, hoy contamos con capacitación, asistencia técnica, redes con otras cooperativas y, sobre todo, una organización que nos permite mejorar nuestras condiciones de trabajo” comentó Jacqueline Infante, recuperadora urbana y miembro del Programa Recuperadores.
El programa acompaña el desarrollo de 45 cooperativas en 39 ciudades, con mejoras en infraestructura, implementación de sistemas de gestión, profesionalización del trabajo y formación técnica en reciclaje, seguridad e igualdad de género. En total, más de 5200 recuperadores urbanos son impactados por la iniciativa.
Entre los logros recientes, se destacan la creación del Manual de Calidad para Centros Verdes, desarrollado en El Álamo, que marca un hito en la profesionalización y formalización de la tarea los recuperadores urbanos y la elaboración del Informe Huella de Carbono en Centros de Reciclaje en Buenos Aires donde se evidenció el impacto positivo del reciclaje.
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Con una inversión de 200 millones de dólares, Insud inaugura su segunda planta de energía renovable
Ubicada en Gobernador Virasoro, provincia de Corrientes, la empresa puso en funcionamiento su segunda central que convierte biomasa forestal en energía eléctrica. Con esta inauguración, duplica su capacidad productiva para abastecer el equivalente al 20% del consumo eléctrico de Corrientes.
FRESA (Fuentes Renovables de Energía Eléctrica S.A.), una de las empresas pertenecientes a Insud, funciona en un predio de 35 hectáreas, cercano a la localidad correntina de Gobernador Virasoro. Hoy, emplea de forma directa a 152 personas y genera más de 300 empleos indirectos. Además, trabaja junto a entidades educativas y de salud de la zona en programas preventivos y de conservación del medio ambiente.
FRESA comenzó a operar en 2020 con el objetivo de reutilizar los subproductos (ramas, aserrín y recortes de madera) generados por la cosecha forestal y por los aserraderos cercanos a la localidad de Gobernador Virasoro, en Corrientes. Antes de la instalación de la planta, la biomasa producida por el sector maderero local no contaba con un destino útil y generaba contaminación y riesgos por su quema a cielo abierto. Hoy, la planta termoeléctrica aporta valor económico a la industria y reduce el impacto ambiental del sector.
Para tomar nota
Aunque cada vez más empresas buscan alinear propósito, planeta y rentabilidad, muchas aún enfrentan dificultades para traducir sus compromisos de sostenibilidad en acciones reales. A esto se le llama la brecha entre la intención y la acción. Ashoka y GlobeScan invitan a participar de una conversación virtual para explorar cómo cerrar esa brecha de manera efectiva.
La conversación, que será en inglés, es el jueves 22 de mayo a las 16:00 CET y 11:00 ARG. Registrate en este enlace: https://bit.ly/433hXmU
Hasta aquí llegamos hoy. Los leo en [email protected]
Hasta el martes,
Flor.