¡Hola! Soy Marina Arias y quiero agradecerle a Flor por compartirme este espacio. Hace 10 años formo parte de Sistema B Argentina y hoy soy Directora Ejecutiva de la organización.
Hubo un momento en mi vida en el que decidí dejar de lado la carrera que estaba haciendo en empresas tradicionales para aportar mi talento al desarrollo sustentable de la sociedad y del mundo. En el Movimiento B encontré un propósito que me interpela: crear un sistema económico inclusivo, equitativo y regenerativo para todas las personas y el planeta.
En Sistema B promovemos a las empresas como principales agentes de cambio. Hace 10 años éramos un grupo pequeño pero entusiasta, pero el movimiento es contagioso y cada vez somos más. Hoy me emociona contarles que celebramos el Mes de las Empresas B junto a 244 Empresas B en Argentina, 1.258 en Latinoamérica y 9.536 en el mundo.
Generación B: Identikit de empresas que generan rentabilidad y promueven bien común
Las Empresas B pueden ser nuevas o de larga trayectoria, grandes o pequeñas y de múltiples sectores, pero todas comparten una manera de entender el mundo y hacer negocios.
Detrás de ellas hay empresarios y empresarias que, en un momento de sus vidas, vieron que era posible generar rentabilidad económica y, al mismo tiempo, contribuir al bien común. Una vez que tuvieron esta visión, fue imposible volver atrás. Se conectaron con otros con las mismas inquietudes, se contagiaron y contagian este movimiento. Por separado son Empresas B. En conjunto, son la Generación B. Hoy les presento a algunos de ellos:
Pedro Tarak estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires y, recién recibido de abogado, se preguntaba en qué podía profundizar para que su profesión tuviera sentido. Se especializó en derecho ambiental comparado e internacional y trabajó en el Estado y fundaciones, hasta que sintió que lo que hacía no era suficiente. “Si seguimos con la lógica de responder a los problemas todos por separado y en el mismo sistema actual, no vamos a cambiar el rumbo”, pensó y comenzó a dedicar su talento a las empresas, el mercado y el sistema económico.
En 2012 compartía esta inquietud con tres amigos latinoamericanos: la colombiana María Emilia Correa y los chilenos Juan Pablo Larenas y Gonzalo Muñóz. Ya conocían la experiencia de organizaciones de lucro que regeneraban la vida y sabían que se podía generar un gran impacto “elevando el propósito de las empresas para el bien común”. Entonces, se enteraron de la existencia de las “B Corps” en Estados Unidos.
Los cuatro latinoamericanos crearon Sistema B, el primer partner global de B Lab, con la convicción de que una nueva genética económica-empresarial era posible y necesaria, porque “no puede haber empresas exitosas en un ecosistema que está fracasando”. Bajo el propósito de “unir puntas que están desconectadas”, Pedro trabaja hoy con organizaciones y proyectos internacionales que impulsan las Nuevas Economías.
Déborah Sabsay vive en Mar del Plata hace veinte años y siempre buscó emprender aportando una solución a un problema. Conoce a Pedro Tarak desde niña a través de su padre, Daniel Sabsay, y cuando se enteró de que estaba promoviendo una nueva certificación para empresas, habló con él de inmediato. “Me quedé alucinada, porque era validar y darle sentido a esta forma de hacer negocios”, relata. En ese entonces tenía la empresa de transporte Lucenza, que certificó como Empresa B.
Su segunda Empresa B, Kalmar, nació con una lógica colaborativa. Desde el inicio, quisieron aportar una solución para los pequeños productores que trabajaban “a puertas cerradas” por una antigua ordenanza municipal. Hoy, Kalmar destila a decenas de marcas además de sus productos propios, con el propósito de generar un ecosistema productivo con identidad local, potenciando el crecimiento de la industria y el desarrollo económico de la región.
Déborah también acompaña a otras empresas en el camino del triple impacto, para generar mercados de impacto regenerativo donde las decisiones se tomen integrando las dimensiones económicas, sociales y ambientales. “Las empresas somos organismos humanos, y en nosotros siempre está esa mirada de que el emprendimiento tiene que traer soluciones a las problemáticas sociales y ambientales”, dice la empresaria.
Irene Berardo, siendo muy joven, vivió dos experiencias que la marcaron: trabajó en una petrolera internacional, donde vio de cerca el impacto negativo que pueden generar las empresas; y en organismos internacionales de cooperación para el desarrollo, donde sintió la satisfacción de contribuir a los desafíos de la sociedad. “Sin embargo, me frustraba la falta de escala y sostenibilidad de muchos de estos proyectos”, recuerda.
Un día conversó con Pedro Tarak, té de por medio. “Comprendí el inmenso potencial de los negocios para generar cambios sistémicos en la economía. La visión de unir impacto y lógica de mercado fue transformadora. Desde ese día, no concibo otra manera de hacer las cosas que no sea a través de negocios con propósito”, relata.
Hoy Irene tiene dos Empresas B: Fixit, donde ayudan a compañías a realizar transformaciones en sus modelos de negocio bajo la lógica del triple impacto; y Grupo GEA, donde trabajan en soluciones orientadas al concepto de “basura cero”. “Ser parte de la Comunidad B reforzó y aceleró un proceso de cambio que ya venía atravesando, pero lo más valioso fue el acceso a una comunidad increíble de personas que están viviendo lo mismo”, dice.
Rodrigo Matta heredó una fábrica de vajilla descartable a los 19 años, y sentía que producía basura. Quiso ser carpintero, pero le costó encontrar a alguien que le enseñara el oficio. Aprendió por su cuenta y trabajó por 12 años haciendo carpintería de obra. Un día, el olor de los filos de plástico que estaba pegando en una puerta lo llevó de vuelta a esa fábrica.
Creó una colección de siete muebles con la madera que sobraba de las obras y los vendió rápidamente. “Fue muy emocionante haber encontrado el camino, me generó un fuego en el pecho”, recuerda. Entonces desarrolló su propio negocio con una idea muy clara: hacer muebles lo más sustentables posible y generar un espacio donde enseñar el oficio.
La Empresa B Talleres Sustentables hoy tiene un equipo de 158 personas, la mayoría jóvenes que llegan sin conocimientos o experiencia. Allí aprenden carpintería, pintura, lustre, cerámica, entre otros oficios. “Buscamos generar oportunidades en los chicos que no las tienen, porque no completaron sus estudios, por sus antecedentes, adicciones o por el lugar en el que viven”, dice Rodrigo. “Que ellos tengan un empleo formal, que estén bancarizados y puedan salir de ese contexto es nuestro para qué, el mueble se convirtió en una excusa”.
Carolina Colagreco, junto a su marido Rafael Lima y su hermano Mauro Colagreco, chef de renombre internacional, creó CARNE (Empresa B) en La Plata, una propuesta de hamburguesería que “nació a partir de una reflexión sobre el paradigma actual de la producción masiva de alimentos y sus consecuencias”.
Utilizan únicamente carne proveniente de ganadería regenerativa, seleccionan vegetales orgánicos, cultivos de semillas libres de polinización abierta, pan artesanal sin aditivos y trabajan con cooperativas. “Cada vez que comemos, elegimos el mundo en que queremos vivir: qué tipo de producción apoyamos, qué prácticas agrícolas y ganaderas, qué valores queremos fomentar”, concluye Carolina, que también participa en iniciativas que promueven el consumo consciente y la educación sobre el impacto ambiental de la alimentación.
Los consumidores también pueden ser parte de la Generación B
Todas las personas intervenimos en el sistema económico desde el consumo y, según el estudio Sustain to Win 2024 elaborado por Kantar, los consumidores conscientes ya representan un tercio de la población en América Latina.
En este sentido, el Sello B se posiciona como una guía para elegir productos y servicios considerando su impacto. Para conocer todas las empresas del país certificadas por sus altos estándares de desempeño social, ambiental y transparencia, se puede consultar el Catálogo de Empresas B: https://bit.ly/CatalogoEmpresasB_Arg
Lo que no se mide, no se puede mejorar
El primer paso para cualquier empresa que quiera recorrer este camino, sin importar su rubro o tamaño, es medir el impacto que está generando en las personas y el planeta. Para esto, hay una herramienta online, gratuita y confidencial: la Evaluación de Impacto B.
La evaluación sirve como una hoja de ruta para cualquier empresa que quiera conocer, medir y gestionar su desempeño social y ambiental a partir de indicadores concretos. También ofrece un benchmark con el promedio de su sector, país y otras empresas de su tamaño. 8.000 empresas en Argentina y más de 280.000 en el mundo la utilizan como una herramienta de gestión, y está disponible en www.sistemab.org.
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Para tomar nota
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Como todos los meses, Sistema B Argentina lleva adelante el taller gratuito #QuieroSerB para brindar información sobre el Movimiento B y la certificación de Empresa B. La próxima edición es el 28 de marzo a las 11:00 horas. Inscripción: https://bit.ly/QuieroSerB_2025
- Sistema B Argentina lanzó una nueva edición de Consultores+B en conjunto con Emprendia y Welukan. Es un programa de formación para agentes de cambio que aceleren la transición hacia una nueva economía, acompañando procesos de transformación e impacto en las organizaciones. Más información y pre-inscripción: https://bit.ly/ConsultoresB_SBA
Hasta aquí llegamos hoy.
Un saludo,
Marina.