Aunque las ciudades ocupan menos del 3% de la superficie del planeta, desde 2007 más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas. Estas ciudades generan entre el 70% y el 80% de la riqueza del mundo, pero también son responsables del 60% al 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Este contraste resalta la dualidad de las ciudades: por un lado, ofrecen mayores oportunidades de desarrollo y acceso a recursos, especialmente para los sectores más vulnerables, pero por otro, concentran severos riesgos ambientales, sociales y sanitarios.
Otra problemática respecto al crecimiento urbano es que, en su mayor parte, ocurre en ciudades pequeñas y pueblos intermedios, lo que exacerba las desigualdades y la pobreza urbana. Se calcula que, en los próximos 30 años, unas 2.000 millones de personas habitarán en barrios marginales o asentamientos, en países en desarrollo.
Para hacer frente a estos desafíos, las Naciones Unidas incluyeron el ODS 11 en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, estableciendo metas concretas para lograr ciudades más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Este Objetivo resalta la importancia de la participación ciudadana y la planificación urbana inclusiva para enfrentar los retos del rápido crecimiento urbano, promoviendo el acceso a vivienda y servicios básicos adecuados y asequibles; los sistemas de transporte seguros, accesibles y sostenibles, con especial atención a las necesidades de las personas vulnerables; la reducción del impacto ambiental urbano, especialmente en la calidad del aire y la gestión de residuos; la protección del patrimonio cultural y natural; el aumento de la resiliencia ante desastres naturales; y la mejora de la planificación urbana y el desarrollo de espacios públicos accesibles para todos.
La urbanización acelerada y los desafíos asociados al crecimiento de las ciudades han impulsado la necesidad de repensar los modelos de gestión urbana. Las denominadas «ciudades inteligentes» surgen como una respuesta innovadora para optimizar el uso de recursos, mejorar la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos y promover un desarrollo sostenible.
Las ciudades inteligentes son aquellas que utilizan tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para mejorar la eficiencia de los servicios urbanos, optimizar el uso de recursos y facilitar la participación ciudadana en la toma de decisiones. Estos conceptos no solo abarcan la modernización tecnológica, sino que también incluyen una dimensión social importante: el bienestar y la inclusión de los ciudadanos como elementos centrales del desarrollo urbano.
Ante este escenario, la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, creó hace una década el Centro de Ciudades Inteligentes, como parte de un esfuerzo multidisciplinario para abordar las problemáticas urbanas y promover el desarrollo de estrategias innovadoras para la gestión de ciudades. Este año, dicho Centro volvió a encabezar la organización de un nuevo Congreso Internacional de Ciudades Inteligentes, el tercero en su clase, esta vez bajo el lema «Ciudades+Humanas+Innovadoras».
El Congreso reunió a intendentes de importantes capitales provinciales de Argentina, municipios del Área Metropolitana de Buenos Aires, académicos y expertos en gestión urbana, para debatir sobre el futuro de las ciudades y proponer soluciones tecnológicas e innovadoras. Contó con el apoyo en la organización de la Secretaría de Graduados y el Centro de Estudiantes de la Facultad, y el auspicio de la Red Iberoamericana de Universidades por la Responsabilidad Social Empresaria, entre otras destacadas instituciones.
Este evento reflejó nuevamente la importancia del intercambio de experiencias entre ciudades y el papel trascendental de las universidades como facilitadoras del cambio.
Durante la apertura del Congreso, el Dr. Ricardo Pahlen, Decano de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA), subrayó que la universidad y la sociedad están intrínsecamente conectadas, y que es necesario fortalecer este vínculo para enfrentar los desafíos del crecimiento urbano.
Intendentes como Daniel Passerini (Córdoba), Ulpiano Suárez (Mendoza) y Pablo Javkin (Rosario) abordaron cómo la digitalización de los servicios públicos y la eficiencia energética son componentes clave para la transformación urbana.
En un segundo panel, intendentes de municipios del AMBA como Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Jaime Méndez (San Miguel) detallaron las estrategias implementadas para mejorar la calidad de vida de los vecinos, destacando el uso de tecnologías para la gestión del tránsito y la seguridad pública.
Sin dudas, uno de los puntos centrales del Congreso fue la discusión sobre la importancia de la participación ciudadana en el proceso de transformación urbana. El Dr. Omar Quiroga, director del Centro de Ciudades Inteligentes, subrayó que la transformación de las ciudades no puede lograrse sin el involucramiento activo de los ciudadanos. La creación de plataformas digitales que permitan la participación directa de los habitantes en la toma de decisiones locales es una de las estrategias clave para garantizar que las ciudades no solo sean más inteligentes, sino también más inclusivas y humanas.
La segunda jornada del Congreso puso el foco en los desafíos de la institucionalización de las áreas metropolitanas, a partir de la exposición del Diputado nacional Fabio Quetglas, y en cómo las políticas públicas pueden fomentar la colaboración y articulación entre los distintos municipios del AMBA. Además, se discutieron las potencialidades de la gestión pública inteligente para responder de manera efectiva a las necesidades de los ciudadanos.
Así, este Congreso pudo mostrar algunos ejemplos de cómo las ciudades argentinas pueden avanzar en un proceso de transformación hacia un modelo más eficiente, inclusivo y sostenible. La clave de este proceso radica en la combinación de tecnología, innovación y participación ciudadana.
* Julián D’Angelo es director del Centro de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (FCE-UBA).