Sergio “Brochi” Fasani decidió emprender para pagarse los estudios de diseñador industrial. Fue una situación desventajosa la que lo llevó a convertirse en su propio jefe. Corría el año 2006 y al cerrar la fábrica donde trabajaba, decidió comprarle una máquina a sus antiguos empleadores, con la que empezó a hacer maquetas para la Facultad (de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. “Mi interés en la problemática del plástico surgió hacia el final de la carrera, cuando me vinculé con una cooperativa de recuperadores urbanos y participé del proyecto Yo Reciclo en el Centro Cultural Matienzo de la Ciudad de Buenos Aires”, cuenta.
Este fue el germen de Mutan, una empresa que usa descartes de plástico para crear objetos de diseño: desde lámparas hasta mobiliario, lentes y composteras. El proyecto, que en 2017 fue seleccionado para participar de la feria Wanted Design en Nueva York con el apoyo de ExportAr, lleva más de 70.000 kilos de plástico post consumo reciclados que equivalen a 28 millones de tapitas, lo que representa un ahorro de 140 millones de litros de agua que se utilizarían para la producción de nuevos plásticos.
Sus lentes fueron reconocidos por el Sello Buen Diseño Argentino 2021, mientras que la Compostera Totem, el Banco Tango y las Luminarias lo recibieron en años anteriores.
“Entendemos a los objetos como una excusa para diseñar el proceso productivo. Comunicamos de dónde vienen los materiales y quiénes están detrás de la producción. También buscamos que sean objetos bellos, útiles y de calidad, pero sobre todo queremos generar vínculos y un impacto positivo a partir de ellos”, dice Fasani.
La cadena de valor de impacto
El eje de Mutan siempre estuvo puesto en lograr un triple beneficio: económico, social y ambiental. Por eso se vinculó a la cooperativa Entramadas, fundada por mujeres del Barrio Padre Ricciardelli (ex villa 1-11-14), a quienes provee de materiales y capacitación para fabricar las gafas y estuches, y próximamente lo hará con una cooperativa de Villa Martelli. “Nos enfocamos en el diseño y el proceso. Preferimos comprar el plástico triturado a cooperativas o a la Fundación Garrahan en lugar de triturarlo nosotros, y capacitamos a otros emprendedores para que hagan la producción”, destaca.
Antes de estudiar diseño industrial, Fasani había trabajado en proyectos culturales y esto lo vinculó a cooperativas de recuperadores urbanos. Su primer proyecto ligado al plástico reciclado fue Petit, una máquina que tritura botellas Pet.
“La idea siempre fue agregar valor a los materiales que las cooperativas recuperan y clasifican. Y hacerlo a escala mediana o con tecnología accesible para poder transferirla y crear pequeños nodos para soluciones locales”, aclara el fundador de Mutan.
Actualmente, ocho personas trabajan en el emprendimiento. Fue creciendo de a poco, a partir de la reinversión de utilidades. Los productos se comercializan a través de las redes de Mutan y de Brotes, una organización de la Sociedad Civil también fundada por Fasani, que canaliza proyectos de impacto social y ambiental. En el primer caso, las ganancias se reinvierten en el emprendimiento, y en el segundo, en nuevos proyectos.
Además de un catálogo de productos propios, la firma se asocia con otros emprendedores para la fabricación de objetos, como las composteras para el colectivo Compostate Bien, que brinda además cursos para hacer compost con residuos orgánicos; y macetas para Sitopia, dedicada al cultivo de huertas y plantación de especies nativas en espacios urbanos. Por estas iniciativas, Fasani resultó ganador del Premio Acciones Positivas 2024, organizado por la Cámara de Comercio Argentino Suiza y presentará su caso en la Universidad de Sankt Gallen.
El joven diseñador también es co-fundador de la Cámara de Emprendimientos de Triple Impacto (CATIA), una entidad que agrupa y busca fortalecer iniciativas que persiguen un impacto social y ambiental positivo, más allá del beneficio económico. A partir de su experiencia como emprendedor, Fasani recomienda “buscarle la vuelta y no bajar los brazos”.
Para este año, el fundador de Mutan espera poder seguir creciendo en el mercado local, tanto en volumen de ventas como en variedad de productos. También está buscando inversiones para escalar la producción y poder exportar o replicar su modelo de negocios en otros países de la región.