Se cumplen pocas semanas de la nueva alegría que nos dio la Selección Argentina de fútbol masculino: la Copa América en EEUU. Sentimos una felicidad similar al Mundial de fútbol masculino de 2022 cuando se sumó una tercera estrella en el escudo. Sin dudas, la Scaloneta se transformó en una nueva fuente de alegría para el pueblo futbolero. Pero ese Mundial en Qatar también trajo aparejado cuestionamientos, interrogantes, denuncias en cuanto a qué derechos y qué poblaciones se veían vulneradas, quiénes podían mostrarse y quiénes no. Un Mundial que tuvo lemas vinculados a la prevención del racismo y la discriminación, pero cuyas acciones fueron cuestionadas por distintos sectores sociales.
De hecho, esta Copa América tampoco estuvo libre de controversias, y un video en el que se ve a jugadores de la Selección celebrando con cánticos «racistas y discriminatorios» contra jugadores franceses fue motivo de incontables editoriales y debates. Por eso, queremos aprovechar el impulso para preguntarnos ¿lo que pasa en la cancha queda en la cancha?
Si bien el jugador Enzo Fernández, quien transmitía el vivo y se lo veía en primer plano cantando, realizó un pedido de disculpas y señaló: “me opongo a la discriminación en todas sus formas”, el tema escaló y creemos que es una buena excusa para pensar qué nos sucede con el fútbol y la discriminación. “Ése vídeo, ese momento, esas palabras, no reflejan mis creencias ni mi carácter”, sumó el jugador en su comunicado, pero entonces nos preguntamos ¿qué nos pasa que tenemos tan naturalizado cantar cosas racistas, misóginas, trans-homoodiantes, xenófobas, etc. como si estuviera justificado por el contexto?
Incluso en un país como el nuestro que cuenta con una Ley de Identidad de Género y una Ley Antidiscriminatoria hace más de 10 años, se ha llegado a difundir y cantar de manera jocosa y liviana, una canción trans-homoodiante en relación a Kylian Mbappé. Aún con toda la polémica generada, no faltaron discursos que justificaron desde la idea del folklore del fútbol.
La FIFA, por su parte, postula que defiende el respeto e incluso podemos leer esa palabra en los brazaletes de capitanes y capitanas. Pero ¿qué se tolera y qué no en ese “contrato” de espectáculo? ¿Qué tensiones están habiendo entre los discursos y las prácticas? Además del problema de la falta de estadísticas y mediciones respecto a las políticas antidiscriminatorias de la FIFA, frente a situaciones como esta sólo surgen intentos punitivistas que no tienen ningún tipo de resultado sin una propuesta pedagógica. No es sino a través de la articulación entre educación y justicia que se obtienen resultados duraderos.
No es casual que en el fútbol se repliquen vulneraciones de derechos similares a otros ámbitos de la sociedad: la brecha salarial en Argentina en materia de género sigue siendo muy amplia, a la vez que la población LGBTIQNB+ continúa exigiendo y reclamando por la ampliación de derechos; la población afro y marrona advierte que sigue sufriendo el racismo, enmarcado en un discurso hegemónico que niega la existencia del mismo.
Para sumar datos desde otra perspectiva, en 2020 realizamos desde Encontrarse en la Diversidad una encuesta en todo el país de la que participaron personas vinculadas al ámbito del deporte. El 94.6% afirmó creer que hay discriminación en el fútbol y remarcó que los principales motivos eran orientación sexual, género, nacionalidad y aspecto físico. Lo interesante surge al comparar este contundente casi 95% con la pregunta por si alguna vez discriminaron en la cancha. Solo un 36,7% contestó haberlo hecho. Y aquí surge una pregunta: Si es casi unánime la idea de que aún existen prácticas discriminatorias en el fútbol, ¿por qué es tan bajo el porcentaje de personas que asumen haber discriminado?
Hace años que, como sociedad, pareciera que sostenemos que lo que pasa en la cancha, queda en la cancha y que por lo tanto, es un espacio en donde podemos hacer y decir casi cualquier cosa. Pero acaso, ¿esta manera de entender el folklore no termina siendo una excusa de legitimación de la discriminación y la violencia?
La violencia y la discriminación no son inherentes a este deporte, podemos desarmarlas y en eso se basó un proyecto que desarrollamos durante 2023 con acompañamiento de la Embajada del Reino de los Países Bajos, y que denominamos “Escuela de hinchas: firmemos un nuevo contrato”. Nos permitió escuchar, conocer, aprender con y de cientos de adolescentes y jóvenes de distintos puntos del país, invitando a poner en cuestión y en tensión dichas prácticas habituales en el mundo del fútbol y proponiendo diversas formas de comenzar (y continuar) esta transformación.
Desde Encontrarse en la Diversidad sostenemos que a discriminar se aprende y se enseña, no es natural. Las prácticas discriminatorias son culturales y por lo tanto, ninguna persona está exenta de discriminar o de sufrir discriminación. La buena noticia, es que podemos des-aprender. Pensar el fútbol como fenómeno social y cultural nos permite continuar con el cambio en torno a la deconstrucción de estereotipos y prejuicios que se ponen en juego en distintos espacios, siendo la cancha, uno de ellos.
* Ariel Dorfman es presidente de la Fundación Encontrarse en la Diversidad.