El sector de la construcción consume el 40% de la energía global, tanto en la producción de los materiales como en las obras y el mantenimiento de los edificios, según datos de ONU Hábitat. Además, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IRENA), es responsable del 39% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, este impacto ambiental puede reducirse significativamente a partir de estrategias de economía circular basadas en las tres R: reducir, reusar y reciclar. En Argentina existen ejemplos de estas iniciativas por parte de empresas a lo largo de toda la cadena: desde la fabricación de materiales, hasta la construcción y demolición. Aquí los casos de Grupo Mitre, Muchtek, Barbieri, Holcim-Geocycle y Vivienda Digna.
De las demoliciones a la de-construcción
Fundada hace 39 años por Miguel Angel Ippolito, Grupo Mitre comenzó sus actividades como una empresa de demoliciones y luego fue sumando otros servicios como excavaciones, movimiento de suelo, reciclaje de materiales de construcción, obras de infraestructura y civiles. Por su sistema de trabajo, basado en la recuperación y reciclado de materiales para minimizar la generación de escombros, contaminación por partículas y residuos, la compañía es actualmente la primera en su rubro certificada como empresa B (Benefit Corporation).
“Nuestro impacto se centra en la economía circular y la eficiencia, evitando la sobreexplotación de recursos naturales y midiendo nuestra huella de carbono para adoptar mejoras tecnológicas y prácticas más sustentables”, comenta Miguel Ippolito, director financiero e hijo del fundador del Grupo.
Además del beneficio ambiental de evitar que escombros y otros materiales vayan a vertederos o rellenos sanitarios, la compañía obtiene ingresos comercializando el material recuperado, al que se le agrega valor.
En cada demolición la firma recupera materiales como hormigón, piedra, yeso, cascotes, tierra y pavimento, que son separados y llevados a una planta propia de reciclaje, ubicada en la localidad de Hurlingham. Este material, llamado árido, es tratado y reinsertado en el mercado para nuevos usos en obras de construcción y de otros sectores. Algunas de las aplicaciones son: mejoramiento de calles, rellenos de zanjas, fabricación de hormigones, morteros de albañilería, bloques y rellenos de cavidades.
Otros materiales recuperados como muebles, sanitarios, aberturas, chapas, maderas y plásticos también son procesados y llevados a Galería, una empresa del grupo que los comercializa con fines productivos.
“En 2023 logramos recuperar y reinsertar al mercado más del 65% del material recibido, y dispusimos en forma responsable lo que no puede ser recuperado”, destaca el directivo de Grupo Mitre.
La compañía forma parte del CEADS (Cámara Empresaria Argentina de Desarrollo Sustentable) y cuenta hoy con unos 400 colaboradores en todo el país. “En busca de una mejora continua y de profundizar nuestro Plan de Sustentabilidad, en 2020 comenzamos el proceso para obtener la certificación de Empresa B, evaluando nuestro impacto en cinco áreas: comunidad, clientes, trabajadores, gobernanza y ambiente”, señala Ippólito. “También contamos con las certificaciones ISO 9001, 14001 y 45001, lo que refuerza nuestro compromiso con la calidad, la gestión ambiental y la seguridad laboral”, agrega.
Del taller a la empresa global
Hace 71 años Arduín Darío Barbieri montó un taller de herrajes en el Gran Buenos Aires que con los años se convertiría en una empresa líder en la fabricación de perfiles de acero galvanizado para la construcción en seco. La firma, con presencia en los cuatro países fundadores del Mercosur y exportaciones a otros 20 países, lanzó en 2021 su estrategia de circularidad “Habitar 2030” basada en tres pilares: Materiales, Energía y Ciclo de Vida. En el pilar de Materiales, la compañía se propuso reducir el uso de insumos vírgenes de entre un 5% y un 15% para sus procesos productivos y 50% para el resto de los insumos como packaging o artículos de oficina. Y apuntando hacia una producción de residuo cero, estableció el objetivo de reducir entre un 15% y un 70% el scrap (desperdicio) de sus distintos procesos productivos.
Además, se comprometió a disminuir un 15% su consumo energético, y cubrirlo con un 50% de energías renovables para 2030. En su planta del parque industrial Burzaco, la firma instaló 1700 paneles fotovoltaicos con los que ya logró el 45% de autoabastecimiento, evitando emisiones de gases de invernadero equivalentes a la circulación 280 autos por año. En cuanto al Ciclo de Vida, Barbieri busca conocer y transparentar el impacto que generan sus productos, certificando bajo normas EPDs (Environmental Product Declarations) la huella de carbono de los mismos.
Con más de 400 empleados, 280 en Argentina, y el resto en Brasil, Paraguay y Uruguay, Barbieri sigue siendo una empresa familiar. Hoy, la compañía impulsa proyectos de infraestructura comunitaria en barrios populares, junto a organizaciones como TECHO, Ingeniería Sin Fronteras, Cáritas, Vamos a Zoomar y Módulo Sanitario. También dicta cursos y capacitaciones sobre construcción en seco y steel frame, con una visión de equidad de género al incluir mujeres y/o disidencias en la empresa y en sus cursos mediante becas y capacitaciones.
Innovación en el reciclaje de PVC
Desde sus inicios, MUCHTEK siempre sostuvo una política de sustentabilidad. La empresa desarrolla perfiles de PVC para aberturas de alta prestación. Dentro de la industria de la construcción, la materia prima que utiliza es uno de los materiales más reciclados. En 2023, Muchtek redobló la apuesta y sumó una planta de reciclaje, MUCHTEK Recycling, que da solución a los excedentes generados tanto en su propia planta productiva como en la fabricación de las ventanas de los talleres elaboradores que componen su red.
“Muchtek Recycling es una nueva unidad de negocios que viene a amplificar la capacidad de gestión sostenible que ya practicaba la empresa y da solución a los excedentes generados también por los más de 250 talleres elaboradores que conforman la red de talleres certificados”, dice Fernando Martínez, presidente de Muchtek.
En el proceso de extrusión de los perfiles de PVC en la planta productiva se generan rezagos provenientes de la puesta en marcha de una línea, de recortes para realizar ensayos, entre otros. Estos mismos rezagos se reprocesan y un porcentaje del scrap generado se vuelve a poner en valor para la fabricación de zócalos, alfajías y otros perfiles auxiliares, generando productos con máxima calidad, ya que provienen de perfiles de aberturas elaboradas bajo los más altos estándares de tecnología y eficiencia.
De residuos a energía cementera
Como material clave y omnipresente en las construcciones, el cemento es responsable de un 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Y si la industria cementera mundial fuera un país, sería el tercer emisor de GEI detrás de China y Estados Unidos, según un reporte del centro de estudios británico Chatham House.
En Argentina, el fabricante de cemento de origen suizo Holcim, en alianza con Geocycle, una firma del mismo grupo, lleva adelante el co-procesamiento de energía a partir de residuos industriales, urbanos y neumáticos fuera de uso. De este modo, mediante el reciclaje y el aprovechamiento energético, unas 50.000 toneladas anuales de residuos se incorporan al proceso de producción del cemento, una de las industrias más demandantes de energía a nivel global.
“El co-procesamiento es parte de la economía circular, ya que recupera energía y minerales mediante el reciclaje y contribuye a la reducción de las emisiones de CO2. Esta tecnología permite además, la gestión de residuos difíciles de tratar como los residuos sólidos urbanos sin separar y los Neumáticos Fuera de Uso (NFU’s), que en la naturaleza tardan más de 600 años en degradarse y contienen contaminantes”, señala Florencia Martin, gerenta de Geocycle.
El año pasado, la firma inauguró una planta de recuperación de plásticos post consumo en las afueras de Córdoba con una inversión de U$S1,5 millones; y nueva línea de clasificación de residuos sólidos urbanos (RSUs), con una inversión de U$S7 millones. De este modo, “se revalorizó un 40% más de residuos con respecto al 2022, el equivalente a la conservación de un bosque de 13.000 árboles”, afirma Martín.
Cómo participar de una propuesta circular
Vivienda Digna es un nexo entre familias de escasos recursos económicos y empresas e individuos que quieren colaborar con su comunidad. Uno de los programas consiste en un corralón social donde se da una segunda vida a productos del hogar en desuso, pero en buen estado. Estos artículos son materiales de construcción, electrodomésticos, mobiliario y aberturas, que retiran sin costo. Además de donaciones de individuos, también la organización recibe donaciones de empresas que suman al listado mencionado productos de segunda selección, líneas de discontinuados, sobrantes de stock y materiales que no pueden comercializar.
“A través de nuestros corralones, transformamos toneladas de bienes voluminosos en desuso en la oportunidad de que las familias tengan los productos para su hogar que necesitan. Esto tiene un valor muy grande porque hay muchas toneladas de material por año que pasan por este circuito. Las familias acceden a estos productos a un precio social y el dinero obtenido se destina a la realización de proyectos de vivienda social liderados por la fundación”, relata Alejandro Besuschio, director ejecutivo de Vivienda Digna.
Los corralones cuentan con más de 20 años de trayectoria y actualmente tienen cuatro sedes donde las familias se acercan a diario. Allí, cuentan, de forma gratuita, con actividades sociales como capacitaciones en autoconstrucción. Más de 40.000 familias son parte del programa. Además, se ofrecen talleres de herrería y carpintería donde refuncionalizan productos. Por ejemplo, se ha transformado mobiliario de oficina en mobiliario para el hogar.
“Todos los años estamos presentes en BATEV y, desde 2023, realizamos una triangulación junto a ellos y La Rural. El objetivo es que las empresas que son parte de la feria conozcan nuestra Fundación y generemos un impacto multiplicador. Somos un aliado estratégico para las empresas de construcción que quieren generar un impacto positivo en la comunidad. A través de BATEV y la RURAL nuestro mensaje se amplifica y refuerza, con un único objetivo: que más personas tengan una vivienda digna donde crecer”, expresa Besuschio.
En un contexto en que, de acuerdo al informe “Circularity Gap” (la brecha de la circularidad), más del 90% de la economía global es “lineal” (basada en la extracción, producción, consumo y descarte de recursos), resulta urgente y necesario transformar ese paradigma hacia una economía circular que reduzca la extracción de materiales y evite la generación de basura al final de su vida útil. La industria de la construcción, tiene un rol preponderante en esa transición.
Esta nota fue producida con el apoyo de BATEV – Exposición Internacional de la Construcción y la Vivienda.