Qué hacer cuando se termina la vida útil de los dispositivos tecnológicos
Irina Sternik
mayo 21, 2024

¡Hola! Tengo el placer de saludarlos en este generoso espacio de Florencia. Soy Irina Sternik, periodista especializada en tecnología, cultura y periodismo digital. Trabajo hace más de 20 años escribiendo y hablando sobre el tema (empecé en Revista Users, seguí en CN23 con mi programa Geekye y luego en los noticieros de la TV Pública para hablar de tecnología). También estuve en Pasaron Cosas y hoy, cuando me preguntan: “¿dónde estás?” digo, en mi newsletter: ladobnews.substack.com. También escribo en La Nación y doy clases en Redacciones5G (adonde tenemos un podcast). Por eso es un placer poder alimentar proyectos de colegas como «Otra Economía» que siguen la misma lógica: periodismo de calidad e independiente. En el número de hoy, les cuento mucho sobre algo que nos implica a todos, la basura electrónica y la obsolescencia programada. Y también, algunas ideas y reseñas más inclusivas. 


Qué hacer cuando se termina la vida útil de los dispositivos tecnológicos

Está terminando el HotSale y la vida continua. Pero la vida útil de las cosas es algo más complicada. Si hablamos de tecnología es imposible no hablar de su ciclo de vida. Es de amplio conocimiento que los celulares duran poco más de dos años. Pero lo cierto es que todos los dispositivos y electrodomésticos están expuestos a una vida útil limitada. ¿Y después? Pensamos muy poco en qué hacemos después. ¿Adónde tiramos algo que no funciona? Más aún: ¿Puede contaminar? ¿Se puede reciclar?

Sí y sí son las respuestas.

En primer lugar, existe algo llamado responsabilidad extendida del productor. Según diferentes leyes -y también proyectos de ley que quedaron en los cajones- la empresa o fabricante que saca a la venta un producto tienen que hacerse cargo de su reciclaje cuando termina su uso.

En segundo lugar, muchas veces podemos recircular los productos: repararlos o donarlos para su reparación. Hay pocas iniciativas al respecto y la mayoría son ciudadanas.

En Estados Unidos y Europa existe la figura del “derecho a reparar”. En realidad, es un derecho que debería replicarse a todos los países y consiste en el derecho del consumidor a reparar algo y que el proveedor no solo te brinde el manual para hacerlo, sino que ponga a disponibilidad de los usuarios los repuestos para lograrlo.

En Argentina, hay propuestas, pero no hay leyes ni iniciativas similares porque no prosperaron. Sin embargo, el artículo 12 de la Ley 24.240 de Defensa del Consumidor menciona el tema al decir que “los fabricantes, importadores y vendedores (de cosas muebles no consumibles) deben asegurar un servicio técnico adecuado y el suministro de partes y repuestos”, aunque el texto es válido solo para seis meses de vida útil del producto.

A nivel ciudadano, existe:

  • El Club de Reparadores: Es un movimiento que promueve la reparación y ofrece diferentes recursos y actividades en diferentes ciudades y asociaciones a lo largo del país. La iniciativa de la ONG Articulo41 tiene en su página y en su Instagram diferentes recursos educativos, clubes para escuelas y hasta una bolsa de trabajo para reparadores.
  • reparar.org: es un proyecto derivado del Club de reparadores que permite encontrar comercios y personas que reparan todo, desde dispositivos, indumentaria, juguetes hasta controles remotos. Si sos reparador/a te podés anotar. Y sino, podés buscar qué arreglar según tu ubicación.
  • Cybercirujas: es otro movimiento que, en forma de club, realiza acciones concretas para salir del círculo vicioso del “úselo y tírelo”. Se trata de una gran iniciativa contra la obsolescencia programada cuyo lema es: una compu por vez.
  • RAM: en la Universidad Nacional de Córdoba hay un programa llamado RAM: Renovación y Actualización de Máquinas. Es exclusivo para docentes de la universidad.
  • La loca del Tupper: Dafna Nudelman es escritora y se dedica a difundir diferentes ideas para un consumo responsable. Los invito a leer este hilo de X donde nos da ideas para hacer algo diferente con los CDs, en vez de tirarlos así nomás (o escucharlos).

Para leer los audios

Zapia es un chabot y una app, que puntualmente nos permite transcribir audios que nos llegan al celular: le reenvías el audio y te devuelve la transcripción escrita. Lo importante es que es gratuito y es un desarrollo de una empresa creada por empresarios latinoamericanos con mirada local. Además, permite enviarle una imagen y preguntarle qué es. También, se puede hacer consultas generales.


 Para escuchar al celular

Verónica González es una amiga periodista que es ciega y me maravilla cómo usa el celular. ¿Lo mejor? Las aplicaciones nativas. En su caso usa iPhone porque “tiene un mecanismo de accesibilidad más estable”. Voice Over lee el texto del dispositivo en voz alta, incluso lo que tecleas y los emojis. También, puede leer un Flyer con texto, pero no así una captura de pantalla: “incluso incorpora una función para escribir en braille donde se habilita un teclado donde en pantalla encontras como si fuesen los seis puntos braille, pero después al escribir se forman las letras convencionales”, me cuenta. Se activa desde: Configuración  > Accesibilidad > Contenido leído (Voice Over). Tengo otra amiga que es sorda y su respuesta fue: ¿aplicaciones inclusivas? ¡Ninguna! Ja.


Para que el teléfono no te escuche

No está comprobado que eso suceda, pero sí que le entregamos todos nuestros datos personales en bandeja. Una buena manera de controlar este seguimiento invisible es hacer una limpieza de actividad. Desde hace un tiempo Google tiene la función “My Activity” que no está disponible en esta región. Sin embargo, podemos limpiar todo desde Administrar tu cuenta de Google/Datos y privacidad y allí podremos desactivar lo que no sabemos que rastrea. Mi recomendación: anuncios personalizados, aplicaciones y servicios de terceros. Desde Chrome, en Configuración elegís: Configuración de sitios y ahí desactivas el micrófono si lo deseas.


 Para que la tecnología no te mienta

Esta semana tanto OpenAI como Alphabet (Google) presentaron sus sistemas de inteligencia artificial embebidos en sus asistentes de voz o chabots: ChatGPT4o y Gemini. Son grandes modelos de lenguajes y herramientas que, al usarlos para buscar información, mienten, alucinan y están llenos de sesgos (pues fueron construidos en base a la historia de internet). Mi pequeño consejo es darle otros usos, más cercanos a la asistencia, proporcionarle los datos pero no usarlos como buscador. Además, muchas veces sus referencias son falsas. Como si fuera un medicamento, la advertencia es “usar con moderación”.


Hasta aquí llegamos hoy. Hasta la próxima.

Irina