Qué puede aprender la industria de la construcción de las startups sustentables
Pequeñas startups y emprendimientos han logrado desarrollar innovadores materiales y sistemas constructivos que reducen el impacto ambiental. También, generan empleos verdes e inclusión social.
Gabriela Ensinck |
abril 25, 2024

La construcción y el mantenimiento de viviendas y edificios representan actividades con un impacto ambiental significativo, consumiendo el 36% de la energía mundial y generando el 39% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este panorama se agrava en Argentina, donde casi cuatro millones de hogares enfrentan déficit habitacional, lo que significa que una de cada tres familias carece de vivienda adecuada, según un informe reciente del CIPPEC, ACIJ y la organización Techo.

Sin embargo, existen modelos de construcción que aprovechan los materiales reciclables y podrían solucionar los problemas habitacionales, generando empleo y valor en las comunidades. Grupo Gregui, Easybrick y La Ciudad Posible son ejemplos que traen soluciones para implementar en la industria.

Plastihormigón, un material con triple impacto

El técnico electricista Sebastián Gregui comenzó hace 8 años en la ciudad de Tandil a  investigar nuevos materiales de construcción a partir de desechos en el garaje de su casa. Luego de muchos intentos a prueba y error, acudió al Instituto de Física de Materiales (IFIMAT) de la Universidad Nacional del Centro (UNICEN), para hacer los primeros ensayos con plásticos provenientes de residuos eléctricos y electrónicos (RAEES), un residuo que -a diferencia de otros componentes como los metales-, es difícil de reciclar y reinsertar en la industria. 

A comienzos de 2019, junto a los investigadores del IFIMAT, se logró una fórmula adecuada para el “plastihormigón”; un material que -como lo indica su nombre- se compone de una mezcla cementicia con plásticos y aditivos. “Es más liviano, resistente a la amplitud térmica y tiene mejor adherencia para pisos y revestimientos”, afirma Gregui y destaca: “además, al reemplazar la piedra por residuos plásticos, evitamos la actividad extractiva y le damos un nuevo uso al plástico. Con nuestro trabajo evitamos que 4.000 kilos mensuales de residuos plásticos lleguen a rellenos sanitarios o basurales”.

Por la pandemia de Covid-19, el proyecto se interrumpió por un año. Finalmente en 2021, salieron al mercado los primeros bloques y “durmientes” de plastihormigón para pisos de exteriores y bordes de piscinas. Ese año consiguieron un Aporte No Reembolsable del (ex) ministerio de Producción y compraron una máquina trituradora de plástico para aumentar el volumen de producción. 

Además de articular con la universidad, Grupo Gregui generó alianzas con cooperativas de recicladores, que le proveen las materias primas (plásticos), y con el municipio, que se encarga de recolectarlas en sus puntos verdes y trasladarlas hasta la fábrica.

A su vez, el proceso productivo apunta a una economía circular. Los residuos reciclables que se generan en la fábrica son retirados por cooperativas o llevados a un taller protegido donde personas con discapacidad elaboran distintos objetos. 

Actualmente, los pisos y revestimientos Gregui se comercializan en Tandil. A partir de un acuerdo con proveedores en la ciudad de Buenos Aires y la localidad de La Tablada, comenzaron a venderse allí también. “Tuvimos consultas desde Córdoba y Mendoza, y estamos viendo la forma de generar acuerdos para no aumentar los costos y la huella de carbono por el transporte”, dice el emprendedor. 

Desde su lanzamiento hasta noviembre de 2023, la producción y las ventas fueron creciendo, lo que permitió a las cooperativas proveedoras crecer también. Desde diciembre, con la suspensión de la obra pública, las ventas se desplomaron, pero Gregui continúa buscando estrategias para mantener el negocio a flote. “Tenemos tres empleados y un montón de personas en las cooperativas que dependen de este emprendimiento”, resume. 

Del ecoladrillo al sistema constructivo

En 2016, la Pyme Tuboloc, fabricante de tubos de polipropileno en la localidad bonaerense de Tigre, decidió virar su negocio a la producción de ecoladrillos aprovechando el plástico de las tapitas de gaseosa que se tiran. Así nació “Easybrick®️”, un ladrillo hueco encastrable, liviano (pesa menos de 1 kg), con alta resistencia y aislación térmica y acústica. 

Siete años más tarde, en 2023, el proyecto evolucionó hacia un sistema de construcción en seco llamado Qualis, que se adapta a cada obra y permite construir en forma rápida y sin desperdicio de materiales. “Lo que se comercializa hoy no son ladrillos, sino paneles.  Llevamos hechas más de 300 obras entre refacciones y construcciones nuevas”, dice Zenón Santiago, socio fundador del emprendimiento. 

A fines de 2023, la firma inauguró su propia planta de reciclado. “Recuperamos polietileno para las tuberías y cañerías; y polipropileno para los Easybrick. También, comercializamos materias primas para otras industrias. Desde que arrancamos hasta hoy, recuperamos más de 1.000 toneladas de plástico”, destaca Santiago.

“Con las 12 millones de tapitas de gaseosas que diariamente se desechan en Argentina, podríamos construir 15 viviendas de tres ambientes por día”, apunta Santiago. 

Hoy el portfolio de productos se amplió desde los ladrillos y paneles a tuberías para desagües, tendidos eléctricos y de fibra óptica y tejas plásticas. Industrias, cooperativas y recicladores son sus proveedores.

La firma también lleva adelante cursos y capacitaciones para la construcción en seco. “Asisten desde arquitectos, ingenieros y maestros mayores de obra hasta integrantes de las cooperativas de recicladores, y cada vez más mujeres”, dice el emprendedor. 

El emprendimiento tiene así un triple impacto: económico, porque valoriza un material de descarte; ambiental, porque evita que el plástico termine en un relleno sanitario o -peor aún- en un basural a cielo abierto; y social, porque trabaja con cooperativas que, además de vender insumos, pueden construir viviendas en forma eficiente y sustentable. 

Una casa posible

La Ciudad Posible (LCP) es un proyecto surgido en 2010 en Barcelona, que luego se expandió a Argentina, Chile y Uruguay. Su propósito es facilitar la co-construcción de viviendas; impulsar proyectos de regeneración de ecosistemas degradados en ciudades, e incubar y acelerar emprendimientos de triple impacto (económico, social y ambiental). 

“La construcción con materiales sustentables resulta un poco más cara que con materiales convencionales, pero en el mediano plazo se generan ahorros importantes por eficiencia energética”, explica Macarena Marán, coordinadora de Economía Circular de la organización. 

La firma trabaja junto a pymes de la economía circular en el desarrollo y la utilización de materiales alternativos en la construcción de edificios y viviendas. De este modo se sustituye el uso de recursos escasos o cuyo uso tiene un impacto ambiental negativo.

En Villa Constitución, provincia de Santa Fe, LCP está llevando adelante junto a la Universidad Nacional de Rafaela, el Centro de Experimentación de la Vivienda Económica (CEVE): Se trata de un programa de autoconstrucción de viviendas con materiales reciclados como: madera plástica, ecoladrillos aislantes y tejas de envases de tetra brick. 

El sistema de construcción, denominado UMA, fue desarrollado por el CEVE, y permite entrenar rápidamente a personas sin conocimiento, en la construcción de viviendas propias o comunitarias. El programa se basa en estructuras metálicas fabricadas en la zona, aprovechando los oficios y la tradición metalúrgica de Villa Constitución,que se combinan con otros materiales reciclados. 

El proyecto, que comenzó a fines de 2020, busca diseñar e impulsar un programa de mejoramiento e integración urbana del hábitat popular en esa localidad cercana a Rosario y sobre la costa del río Paraná. Sus premisas son la construcción de viviendas sustentables y de calidad, la generación de empleo local y la regeneración ambiental. 

Actualmente, las ciudades concentran más del 55% de la población mundial (93% en Argentina), y generan el 70% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En ellas se consume el 75% de los materiales y la energía que se extrae y produce, y es allí donde también existen mayores posibilidades de cambiar las formas de producción, alimentación, consumo y transporte para hacerlas más sustentables.

Hoy es preciso cambiar las técnicas y materiales constructivos por otros más amigables con el ambiente, así como incluir a grupos vulnerables como las mujeres, los recicladores urbanos y las personas con discapacidad. Muchas Pymes y startups ya están tomando la iniciativa con modelos de negocio innovadores y sustentables.


Esta nota fue producida con el apoyo de BATEV – Exposición Internacional de la Construcción y la Vivienda.