Reciclado avanzado: un paso más hacia la economía circular del plástico
Las tecnologías de reciclado avanzado complementan al reciclado tradicional y permiten revalorizar plásticos compuestos o mal separados, que de otro modo serían desechados. De qué se tratan y cómo se aplican en Argentina.
Gabriela Ensinck |
marzo 7, 2024

El avance hacia una Economía Circular, y el aumento de la tasa de reciclado que hoy es menor al 20% a nivel mundial (o sea 8 de cada 10 plásticos que se desechan, no se reciclan), requiere incorporar nuevas tecnologías. Actualmente, un gran porcentaje de plásticos nunca llegan a reciclarse por falta de separación en origen (con lo cual llegan sucios o contaminados a los centros de reciclado) o por tratarse de materiales compuestos, difíciles de separar para un reciclado mecánico.

Frente a este desafío, los sistemas de “reciclado avanzado” vienen a complementar al reciclado tradicional (que consiste en el lavado y trituración de plásticos para obtener “pellets”); y permiten reciclar y revalorizar materiales que de otro modo serían desechados.

Se trata de tecnologías que transforman los desechos plásticos en sus componentes originales y permiten obtener nuevas materias primas. Las tecnologías utilizadas incluyen la pirólisis, la gasificación, la disolución, la despolimerización química o enzimática, que posibilitan revalorizar residuos plásticos mezclados o con alto nivel de suciedad.

“Son tecnologías que no reemplazan pero sí complementan el reciclado mecánico, ya que ambos incrementan la circularidad de los plásticos”, dice Verónica Ramos, directora ejecutiva de Ecoplas, entidad especializada en plásticos y ambiente. “La materia prima obtenida permite fabricar envases que pueden contener alimentos como paquetes para fideos y caldos, potes de yogur y de helado. Además, varios estudios muestran que las emisiones de gases de efecto invernadero en este sistema son inferiores a las emisiones que se producirían si esos plásticos fueran enterrados”, apunta.

Hacia una economía circular

Si bien se trata de tecnologías relativamente nuevas (excepto la pirólisis) y de implementación incipiente, el reciclado avanzado está creciendo rápidamente en Estados Unidos y países de Europa.

En Argentina, se aprobó un convenio entre el consorcio conformado por YPF S.A., Dow, PetroCuyo, BASF, Pampa Argentina, Braskem y el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, para montar una planta piloto de pirólisis de residuos plásticos en Ensenada, cuyo producto se reintegrará en los procesos del polo petroquímico de esa localidad.

En Bariloche, Río Negro, funciona una planta pirolítica que convierte plásticos de los RSU (residus sólidos urbanos) en un combustible líquido que es utilizado por los vecinos de la ciudad, y se evalúa su uso como combustible de locomotoras de La Trochita.

En las provincias de Misiones, San Luis y Tucumán también hay plantas de pirólisis que convierten residuos plásticos en un combustible que -una vez destilado- se usa como nafta o querosén para el funcionamiento de distintas máquinas.

El procedimiento consiste en calentar los residuos plásticos a altas temperaturas en ausencia de oxígeno, para romper las moléculas poliméricas y convertirlas en compuestos de cadenas más cortas, que corresponden a hidrocarburos combustibles.

Es una tecnología que se conoce desde la década del 50. Pero los bajos precios del petróleo y el hecho de que no había tanto plástico, demoraron su masificación. Pero con la actual crisis energética y la sobreproducción de basura plástica, se ha convertido en una alternativa para mitigar ambos problemas

Plásticos, del problema a la solución

La basura plástica es hoy uno de los mayores problemas a escala global. Cada año, ocho millones de toneladas de plástico terminan en el mar, lo que equivale a vaciar un camión de basura por minuto.

Según un estudio de la Universidad de Newcastle, Australia, una persona promedio ingiere cinco gramos de plástico por semana, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito o de débito.

Las consecuencias de la contaminación plástica en la salud están siendo investigadas. De acuerdo al informe “Plásticos, Salud y Perturbadores Endocrinos”, muchos aditivos plásticos de uso cotidiano interfieren en el funcionamiento hormonal. Estos compuestos “contribuyen a generar diferentes tipos de cáncer, diabetes, daños en los riñones, el hígado y la tiroides, desórdenes metabólicos, impactos neurológicos, inflamación y alteraciones en la fertilidad”, advierte el trabajo elaborado por la Sociedad Mundial de Endocrinología e IPEN, una red internacional de organizaciones que promueve la eliminación de plásticos y contaminantes químicos.

Por otra parte, el impacto de los microplásticos que genera la degradación de este material impregnando aire, suelos y cursos de agua está impulsando regulaciones para prohibir los plásticos de un solo uso como envases descartables de bebidas y alimentos.

A comienzos de 2022, representantes de 175 estados miembros de la ONU se reunieron en Nairobi, Kenya, para impulsar un Tratado para reducir la contaminación plástica de alcance mundial. Para lograrlo proponen eliminar paulatinamente la fabricación y venta de plásticos descartables; e impulsar metas de contenido reciclado en los nuevos productos de plástico; financiar el diseño de productos reutilizables y reciclables; y el acceso a tecnologías y capacitación para crear empleos en la economía circular.

Según datos de Ecoplas, en Argentina se recuperaron 343.000 toneladas de plástico en 2022. De esta cifra, 318.000 toneladas corresponden a plástico reciclado mecánicamente -un incremento del 11% con respecto a 2021- y 25.000 toneladas para la generación de energía. “Actualmente se recupera 6 veces más la cantidad de plásticos que en el 2003, y la tendencia es creciente”, afirma Ramos.

A diferencia de otros países del mundo y de la región, Argentina, no cuenta con una Ley Nacional de Responsabilidad del Productor que obligue a las empresas a gestionar y reciclar sus envases, con lo que las acciones realizadas en este sentido son voluntarias.

“Hoy existe la oportunidad de impulsar una articulación público-privada que, como ya ocurre en el mundo, promueva el desarrollo de nuevas tecnologías que, como el reciclado avanzado, apuntan a una economía circular de los plásticos”, sostiene la referente de Ecoplas.