Un informe difundido por el Banco Mundial el 17 de octubre, Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, da cuenta de que en 2023 casi 700 millones de personas en todo el mundo viven en la pobreza extrema y subsisten con menos de 2,15 dólares por día. La investigación propone el empleo formal como una fuente esencial de ingresos y un camino para romper el ciclo de pobreza intergeneracional. La solución también puede extenderse para las personas que residen en la calle o en paradores. De ahí, la importancia de la Fundación Multipolar, fundada en 2018 por Malena Famá. La iniciativa no solo se ocupa de mejorar la vida de esas personas, sino que se fija como objetivo ayudarlas en su inclusión laboral.
El primer problema sobre las personas en situación de calle es cuantificar el fenómeno. Según el último censo en Argentina, se identificaron 2.962 personas viviendo en la calle en 75 departamentos, partidos o comunas del país. Todavía resta informar la cantidad de personas que estando en esa situación pasaron la noche del censo en un refugio o parador y fueron incluidas en otra categoría: habitantes de “viviendas colectivas”. Un relevamiento difundido por el Gobierno porteño habla de que en abril de 2022 eran 2.611 las personas que vivían de esta manera en ese distrito; 1.600 en “centros de inclusión social” y otros 1.011 en la calle. Pero las organizaciones de la sociedad civil realizan sus propios censos: en 2019, se registraron 7.251 personas viviendo en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires. La edición de 2023 está en marcha y se denomina Registro Nacional de Personas en situación de Calle. “Comienza a realizarse en noviembre y es impensado que ese número decrezca con la crisis”, asegura Agostina Ciampa, que dirige el área de Trabajo de la Fundación Multipolar.
Por su parte, Romina De Leo se ocupa del área de Intermediación Laboral de la organización. Ambas coinciden en que uno de los principales problemas a vencer para ayudar a alguien a conseguir un trabajo es el consumo de estupefacientes o alcohol. “Es un factor que está en crecimiento en los últimos años. Muchas de las personas que se acercan tienen algún antecedente. Por eso, les pedimos que puedan adherir a algún tipo de abordaje. No somos un centro de salud ni una bolsa de empleo, pero orientamos recursos y apoyos para que quienes viven en la calle o en un parador puedan tener más posibilidades de acceder a un trabajo”, sintetizan.
Respecto a las dificultades que encuentra la gente en situación de calle o que reside en paradores para insertarse en el mercado laboral, Multipolar enfatiza en los altos requisitos de las ofertas laborales, la falta de manejo informático, la estigmatización por parte de la sociedad, y en menor medida, la edad y la falta de vestimenta adecuada. También, resaltan los problemas derivados de su situación habitacional: “Si bien en los currículums se impuso poner el barrio o algo genérico y no la dirección, en las entrevistas tienen miedo de que no los tomen si dicen que viven en la calle. Además tienen complicaciones para bañarse y asearse. Los que están en paradores, tienen horarios rigurosos y no tienen dónde dejar sus cosas”, enumera Ciampa.

Foto: Multipolar
Contra la creencia de que las personas que residen en la calle jamás trabajaron, un relevamiento realizado por Multipolar muestra que el 98 % tiene experiencia laboral. “La mayoría se desempeñó en el trabajo informal, lo que colabora a perpetuar la situación ya que, quizás cumplen jornadas de 12 horas, pero no les alcanza para salir de la calle y no tienen tiempo para buscar otro trabajo”, precisa De Leo.
De acuerdo con la misma investigación, el 66 % de los beneficiarios tiene el secundario incompleto, un 25,2 % logró terminarlo y un 8,8 % cursó estudios terciarios o universitarios. Estos bagajes diversos les permiten aspirar a posiciones también diversas. Para quienes cuentan con menos estudios, las opciones más frecuentes son construcción, gastronomía, maestranza, logística y administración. Para las mujeres, también hay opciones de trabajos de limpieza y cuidado de personas.
En Multipolar aseguran que son muchas las personas que entran a una posición y se dan cuenta de que para ascender necesitan terminar sus estudios secundarios o capacitarse. Por eso, insisten en que ciertas empresas deberían “flexibilizar” los requisitos de selección, con el compromiso de que sus empleados estudien o se perfeccionen.
Por el momento Multipolar funciona en una sede de Villa Urquiza donde recibe gente de la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano y algunos distritos bonaerenses. Este año, realizó una prueba piloto para replicar el modelo de apoyo y reinserción laboral en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú, a partir de un convenio con otra entidad. Las referentes aseguran que el proyecto es potencialmente escalable y replicable en toda la Argentina.
La ruta de la inclusión laboral
Laura no se llama Laura, pero pide que no se consigne su nombre. Cuando consigue lugar en un Centro de Inclusión Social del Gobierno porteño al que llama “Hogar Uspallata”, suele parar ahí. “No puedo descansar bien porque tengo que estar fuera del lugar por la mañana. Tengo problemas de alimentación y hay alimentos como las frutas o el jugo que no puedo consumir porque después no tengo baño para usar o para asearme. Tampoco tengo donde dejar mis cosas. A muchas personas les ha pasado que les robaron el celular”, describe. Recuerda que trabajó en una verdulería y vendió la revista Hecho en Buenos Aires. “Antes de caerme del sistema y sufrir violencia de género era agente inmobiliaria”, cuenta y agradece el inmenso apoyo que recibe de la Fundación. “Me contacté en noviembre del año pasado y estaban todos los cursos cerrados. Este año me dieron talleres de coaching, de búsqueda de empleo y de derechos humanos que hicieron que me fuera reposicionando. Entiendo que es difícil para mí porque tengo 53 años, pero en Multipolar me dejan usar las computadoras en su sede, me ayudaron a armar un CV y hasta me entrenaron para tener entrevistas. Tengo fe en que algo va a aparecer como administrativa o en el rubro inmobiliario”, asegura.
El apoyo de Multipolar para vincular laboralmente a quienes habitan la calle comienza con una serie de talleres. “La propuesta les permite capacitarse, pero también nos ayuda a conocerlos para ir consolidando una relación», explica Di Leo. La capacitación tiene un taller de introducción al trabajo, donde se ven las diferencias entre trabajo formal e informal, derechos laborales y las posibilidades de acceso al trabajo para migrantes. Otra propuesta es de orientación laboral que les permite a quienes se acercan descubrir sus intereses y sus habilidades. “Después, vamos definiendo posibles puestos de trabajo”, cuenta la encargada de intermediación. Luego, aclara: “Hay gente que busca algo en relación de dependencia, pero hay madres que tienen que cuidar a sus hijos y no pueden cumplir jornadas de ocho horas. En esos casos, vemos si es mejor buscar opciones de trabajo autogestionado o asociativo”.

Foto: Multipolar
Las referentes de Multipolar cuentan que uno de sus beneficiarios comenzó a trabajar en un puesto de delivery con una bicicleta prestada hasta que logró comprarse una moto. Cuando compró la segunda moto, empezó un emprendimiento de servicios de mensajería. Otras personas, que ya se conocían, armaron una cooperativa durante la pandemia. Ellos ofrecieron servicios de brunch. Otro grupo ofrece guirnaldas de luces y kits parrilleros.
En Multipolar, las referentes tienen contacto con pequeñas, medianas y grandes empresas. En ese sector, la organización encuentra apoyo, pero también, algunas trabas que parten de los prejuicios. “Hay barreras sociales y actitudinales”, dice Ciampa.
Sin embargo, no todas las trabas tienen que ver con prejuicios. Quienes buscan trabajo habitando la calle o un parador suelen tener entrevistas virtuales y se enfrentan a sus propias barreras de conectividad y dispositivos con almacenamiento insuficiente para descargar una aplicación. También, requieren una capacitación específica en habilidades digitales para usar computadoras y celulares. “En este momento, en nuestra sede de Villa Urquiza, una usuaria está teniendo una entrevista laboral. Previo a ella, una compañera la acompañó a abrir la plataforma, probar la cámara, micrófono y auriculares”, cuenta Ciampa. Además de hacer prácticas, los beneficiarios pueden mantener entrevistas o enviar sus curriculums. Multipolar, también, brinda otro tipo de apoyo como cargarles la tarjeta SUBE para viajar en transporte público o les presta ropa adecuada para presentarse a las entrevistas laborales.
“Hace poco, me invitaron a participar de los talleres en un centro de tratamiento de adicciones. Me dieron mucha contención y me acompañaron en la búsqueda laboral. Ahora, tengo un trabajo temporario de carga y descarga en una empresa de Parque Patricios. Existe la posibilidad de que sea permanente”, se enorgullece David, otra de las personas que pasó por la sede de Multipolar de Villa Urquiza. Él trabaja de día y cursa el programa Fines por la noche para terminar el secundario.
Un gran logro cuando se produce la inclusión laboral de las personas que pasan por Multipolar es que dejan de vivir en la calle. Si bien, para que ello ocurra, los participantes de la organización deben esperar varios meses para acumular los primeros sueldos, al tiempo sucede. Por eso, la organización cuenta con un listado de hoteles y pensiones económicas para quienes lo necesitan. También, algunos logran alquilar un departamento. Para acompañarlos en esa transición, la institución brinda talleres de autonomía para aprender a manejar el dinero. Lo que sigue, es que quienes consiguen empleo recuperan otras cosas que habían perdido en la calle: el contacto con familiares y amigos.